domingo, 30 de noviembre de 2014

En lo que fue el cuartel zapatista, en las montañas de Axioxustla, Puebla, el 28 de noviembre  de 2014, a 103 años de la firma del Plan de Ayala, y por encargo de El Frente Nacional de Organizaciones y Pueblos en Lucha, leí este texto que contiene el ideario, el pensamiento y los principios por los cuales luchó el Gral.  Emiliano Zapata. Todo parecido con lo que pasa actualmente, no es mera coincidencia

Por JESÚS SOSA CASTRO

Hablar del ideario zapatista es hablar de campesinos, de peones, de maestros rurales, de clases medias, obreros, de pueblos, de miles de mujeres y hombres que se unificaron en un movimiento militar, político y cultural, cuya figura central fue Emiliano Zapata
Cada zapatista tenía raíces y trayectorias milenarias. Las comunidades agrarias de Morelos, Guerrero, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala, la mayoría indígenas con siglos de dominación y resistencia, se aliaron con obreros, clases medias y peones que expresaban una cercanía con el México profundo para emprender la lucha por su emancipación social y política. Las comunidades agrarias y los sectores oprimidos encontraron  en el movimiento zapatista una identidad con grados de conciencia muy importante que los llevó a luchar contra la opresión y por la  libertad
Emiliano Zapata y otros dirigentes del zapatismo lograron unificar estas expresiones y trayectorias, y les dio voz y dirección. Zapata supo en todo momento que él se debía a los demás, a su gente. Asumió su liderazgo como un deber para con su pueblo, y en su acción revolucionaria, fue intransigente con sus principios. Jamás traicionó, ni se ubicó por encima  de sus bases. Tuvo la visión y el arrojo para hacer de su fuerza una expresión autónoma y soberana, para desprenderse de direcciones ligadas a la burguesía, en cuyo proyecto no se contemplaban las demandas del pueblo
Esta característica central de su lucha permitió al zapatismo convertirse en un movimiento autónomo, de los de abajo, de las clases populares, con proyecto propio, con estrategias y tácticas elaboradas y decididas por la gente. La proclamación del Plan de Ayala es justo el momento en que el zapatismo logra su autonomía de clase y emprende la lucha por el poder político. Emiliano Zapata y los zapatistas tuvieron muy claro que la emancipación tendría que ser auto-emancipación o no sería y supieron leer la traición que escondían las direcciones burguesas de otros movimientos
La Revolución zapatista fue distinta a la Revolución triunfante por más que la Historia Oficial buscara en todo momento ubicarla como la misma. La Revolución zapatista fue de los de abajo, fue autónoma con respecto a Madero y a Carranza. Su proyecto y sus demandas se diferenciaban de ellas, por su radicalidad y su justicia
El Plan de Ayala se convirtió en la bandera del zapatismo. Lo juraron y se comprometieron a luchar por él hasta la victoria o la muerte. Tres aspectos importantes expresaban las diferencias del zapatismo con las direcciones burguesas que demostraban su autonomía, su visión de clase y su espíritu revolucionario, las cuales, terminaron siendo parte fundamental de su ideario. En el Plan de Ayala se estipula que serán nacionalizados todos los bienes de los  enemigos de la Revolución. Los campesinos despojados, recuperarán sus tierras y de inmediato ejercerán su propio poder. Los zapatistas entendieron que la emancipación no vendría por las leyes, ni por las reformas sino a partir de ejercer su propio poder. Por último, en el Plan de Ayala se estipulaba que los terratenientes tendrían que acudir a los tribunales para hacer reclamos, mediante la presentación de pruebas. Los campesinos tomarían posesión inmediata de las tierras con el resguardo de las armas
El zapatismo hacía una lectura de la realidad desde la visión campesina, desde abajo. Un amor por la comunidad, por México y una lucha por una Patria para el humillado, para el oprimido. Explicaba que la emancipación, es obra de los oprimidos, autónomos y soberanos. Por eso siempre estuvo en la condición de desenmascarar las traiciones de Madero y de Carranza
Antes de ser traicionado por Carranza, el Gral. Emiliano zapata le escribió una carta en la cual dejó expresa otra parte de su Ideario Político. Expuso con claridad su visión de país y las razones de su lucha a favor del pueblo mexicano. “Has arruinado la República” le espetó el 17 de marzo de 1919. El caudillo del Sur expresaba sus verdades y su amargura por lo que estaba viviendo el país. Le hacía una dura crítica y con certeza indiscutible, exhibía su incapacidad y los errores que estaba cometiendo en contra de los intereses y demandas del pueblo. Estos señalamientos fueron el motivo por el que Venustiano Carranza ordenó al Gral. Pablo González acabar con el Héroe de Anenecuilco, quien fue asesinado el 10 de abril de 1919
Como ciudadano, le escribió el Gral. Zapata, “soy poseedor del derecho de pensar y hablar alto. Como campesino conocedor de las necesidades del pueblo humilde al que pertenezco, como revolucionario y caudillo de grandes multitudes, he tenido oportunidad de reconocer las reconditeces del alma nacional y he aprendido a escudriñar en sus intimidades. Conozco de sus amarguras y de sus esperanzas. Por eso con el derecho que me da mi rebeldía de nueve años, siempre encabezando huestes formadas por indígenas y por campesinos; voy a dirigirme a usted ciudadano Carranza, por vez primera y última”
“Me dirijo no al Presidente de la República, a quien considero imposible que no lo conmuevan siquiera alguna vez, las angustias de las madres, los sufrimientos de los huérfanos, las inquietudes y las congojas de la Patria. Voy a decirle verdades amargas, pero nada expresaré a usted que no sea cierto, justo y honradamente dicho
Desde que en el cerebro de usted germinó la idea de hacer la revolución, primero contra Madero y después contra Huerta, cuando vio que aquel caía más pronto de lo que había pensado, desde que concibió usted el proyecto de erigirse en jefe y director de un movimiento que  con toda malicia denominó constitucionalista, desde entonces pensó usted en encumbrarse, proponiéndose convertir la Revolución en provecho propio y de un pequeño grupo de sus allegados, de amigos o de incondicionales, que lo ayudaran a subir para disfrutar el botín alcanzado, disfrutar de las riquezas, honores, negocios, banquetes, fiestas suntuosas, bacanales de placer, orgías, de ambición, de poder y de sangre
Nunca pasó por la mente de usted que la Revolución fuera para beneficiar a las grandes masas de esa legión de oprimidos que usted y los suyos soliviantaban con sus prédicas. Siempre engañó y oprimió a los que luchaban por la revolución. Pregonó grandes ideales, principios y anunció importantes  reformas. Sin embargo, para poder evitar que la conmoción popular se volviese contra quien hablaba demagógicamente, para impedir que el pueblo, ya sintiéndose fuerte se hiciera justicia por sí mismo, ideo la creación de una dictadura a la que bautizó con el nombre de dictadura revolucionaria
Luego se puso hablar de la unidad de dirección, de impulso para sacar adelante las demandas populares, de cohesión entre los revolucionarios, de rapidez para concebir proyectos de energía y prontitud para ejecutarlos. Todo eso se lo quitó a las asambleas deliberantes y se lo entregó a un solo hombre que fue usted, convirtiéndose en el único amo en las filas del constitucionalismo. Se atrevió a decir que para hacer triunfar las reivindicaciones libertarias de la Revolución, se necesitaba un dictador y desde entonces puso en práctica los procedimientos  autocráticos que eran indispensables para imponerlos a una sociedad refractaria a los principios democráticos
Para lograr la libertad usted se valió del despotismo. Sobre esos sofismas fundó su autoridad, el absolutismo y la omnipotencia con que se conduce. Puso por encima sus exorbitantes poderes  en detrimento de los principios. En el terreno económico y hacendario, la gestión no pudo haber sido más funesta, Se saquearon los bancos, hubo imposición de papel moneda  una, dos o tres veces, para luego desconocer con mengua de la fe pública, los billetes emitidos. El comercio se desorganizó por estas fluctuaciones monetarias. El crédito se perdió en el interior y en el extranjero. La industria y las empresas de todo género, fueron agonizando bajo el peso de contribuciones exorbitantes, casi confiscatorias. La agricultura y la minería, perecieron por falta de garantías y de seguridad en las comunicaciones. La gente humilde y trabajadora fue reducida a la miseria, al hambre, a las privaciones de toda especie por la paralización del trabajo, por la carestía de los víveres y por la insoportable elevación del costo de la vida
En materia agraria, las haciendas fueron cedidas o arrendadas a los generales, a los favoritos. Los antiguos latifundistas de la alta burguesía, reemplazados en no pocos casos por modernos terratenientes que usan charreteras, quepí y pistola al cinto, burlaron permanentemente a los pueblos en sus esperanzas. Ni los ejidos se devolvieron a los pueblos que en su inmensa mayoría continúan despojados de ellos, ni las tierras se reparten entre las gentes de trabajo, entre los campesinos pobres y verdaderamente necesitados. En materia obrera, con intrigas, con sobornos, con maniobras disolventes y apelando a la corrupción de los líderes, se ha logrado la desorganización y la muerte efectiva de los sindicatos, principales baluartes del proletariado en las luchas que tiene que emprender por su mejoramiento. La mayor parte de éstos solo existen de nombre, los asociados han perdido la fe en sus antiguos dirigentes, y los más conscientes, los que  más valen, se han dispersado, llenos de desaliento
Se trata al parecer de infundirles vida nueva pero con miras políticas y bajo la corruptora sombra del poder oficial. Acabamos de ver mítines obreros presididos y patrocinados por gobernadores, bien conocidos como servidores incondicionales de usted. Y ya que se trata de estas combinaciones, asomémonos al terreno de la política, en el que usted ha desplegado todo su arte, toda su voluntad y toda su experiencia. ¿Existe el libre sufragio? ¡Mentira! En la mayoría, para no decir en la totalidad de los Estados, los gobernadores han sido impuestos por el centro. En el Congreso de la Unión figuran como diputados y Senadores, criaturas del Ejecutivo y en las elecciones municipales los escándalos han rebasado los límites de lo tolerable y aún de lo verosímil
En materia electoral, ha imitado usted con maestría y en muchos casos superado a su antiguo jefe Porfirio Díaz. Pero ¿qué digo? En algunos Estados no se ha creído necesario tomarse siquiera la molestia de hacer elecciones, allí siguen imperando los gobernadores militares impuestos por el Ejecutivo Federal que usted representa y allí continúan los horrores, los abusos, los inauditos crímenes y atropellos del período preconstitucional
Ahora entiendo por qué usted llamó con toda malicia, al movimiento emanado del Plan de Guadalupe, REVOLUCION CONSTITUCIONALISTA. En su conciencia estaba violar sistemáticamente la constitución. En su origen, en su fondo, en sus detalles, en sus tendencias, se encontraba su conducta anticonstitucional. Usted gobierna saliéndose de los límites fijados al Ejecutivo por la constitución. No necesita los presupuestos aprobados por la cámara porque usted establece y deroga impuestos y aranceles, usted usa facultades discrecionales  en Guerra, en Hacienda y en Gobernación. Usted da consignas, impone gobernadores y diputados, se niega a informar a las cámaras: protege al pretorianismo y ha instaurado en el país, desde el comienzo de la era constitucional hasta la fecha, una mezcla hibrida de gobierno militar y de gobierno civil, que no tiene de civil más que el nombre
La soldadesca llamada constitucionalista, se ha convertido en el azote de las poblaciones y de las cantinas. Según confesión de uno de los más altos jefes de usted (nada menos que del subsecretario de Guerra Jesús Agustín Castro) la Revolución se extiende y nuevos rebeldes aparecen cada día en gran parte debido a los excesos y desmanes de jefes sin honor y carentes de todo escrúpulo, que olvidando su carácter de guardianes del orden, son los primeros en trastornarlo con sus crímenes y actos de vandalismo
Esa soldadesca, en los campos, roba gallinas, ganados y animales de labranza. En los pueblos pequeños incendia o saquea los hogares de los humildes, y en las grandes poblaciones especula en gran escala con los cereales y semovientes robados. Comete asesinatos a la luz del día, asalta automóviles y efectúa plagios en la vía pública, a la hora de mayor circulación en las principales avenidas, y lleva su audacia hasta constituir temidas bandas de malhechores que allanan las ricas moradas, hacen acopio de alhajas y objetos preciosos. Organizan la industria del robo a la alta escuela y con procedimientos novísimos, como la ha hecho ya la célebre banda del Automóvil Gris, cuyas feroces hazañas permanecen impunes hasta la fecha, por sus directores y principales cómplices, personas allegadas a usted o de prominente posición en el ejército, hasta donde no puede llegar la acción de un gobierno que se dice representante de la legalidad y el orden
Y sin embargo, usted acaudilló a todos esos hombres, usted fue su primer jefe, usted sigue siendo el responsable  ante la opinión civilizada, de la marcha de la administración y de la conducta del ejército, y sobre usted recaen esas manchas  y a usted le salpica ese lodo. ¡Con cuánta razón los gobiernos extranjeros no tienen confianza en el de usted. Por eso el gobierno de Francia se ha negado a recibir al enviado constitucionalista, considerándolo como el  representante de una facción y no como el representante de un gobierno! Las naciones extranjeras recuerdan la conducta de usted durante el período del gran conflicto guerrero, y no tiene para usted sino recelos, desconfianza y hostilidad
Usted protestó ser neutral, y se condujo como furioso germanizante, permitió y azuzó la propaganda contra las potencias aliadas, protegió el espionaje alemán, obstruccionó y perjudicó el capital, los intereses y las finanzas de los extranjeros hostiles al gobierno alemán. Usted, con sus desaciertos y con sus tortuosidades, con sus pasos en falso y sus deslealtades en la diplomacia, es la causa de que México se vea privado de todo apoyo por parte de las potencias triunfadoras y si alguna complicación internacional sobreviene, usted será el único culpable. Usted ha orillado a nuestro país a la ruina en lo económico, en lo financiero, en lo político y en el orden internacional. La política de usted ha fracasado ruidosamente. Usted ofreció y anunció que por medio de un régimen dictatorial que disfrazó con el nombre de Primera Jefatura, haría la paz en la República, mantendría la cohesión entre los revolucionarios y consolidaría el triunfo de los principios de reforma
La paz no se ha hecho ni se hará nunca con los procedimientos que usted emplea y con el desprestigio que sobre usted pesa. Los revolucionarios, los de la facción constitucionalista, los que usted ofreció unir, están cada vez más desunidos, así lo confesó usted en su último manifiesto. Y en cuanto a los ideales revolucionarios, yacen maltrechos, destrozados, escarnecidos y vilipendiados por los mismos hombres que ofrecieron llevarlos a la cumbre. Nadie cree ya en usted, ni en sus dotes de falsificador, ni en sus tamaños como político ni como gobernante. Es tiempo de retirarse, es tiempo de dejar el puesto a hombres hábiles o más honrados. Sería un crimen prolongar esta situación de innegable bancarrota moral, económica y política. La permanencia de usted en el poder es un obstáculo para que se haga obra de unión y de reconstrucción. Por las intransigencias y errores de usted, se han visto imposibilitados de colaborar en su gobierno, hombres progresistas y de buena fe que hubieran podido ser útiles a México
Esos hombres, esos intelectuales, esa juventud pletórica de ideales, esa gente nueva, no mancillada, no corrompida ni gastada, esos revolucionarios de ayer que se han apartado de la cosa pública llenos de desencanto, esos jóvenes que se han iniciado en los grandes principios de la Revolución y sienten infinitas ansias de realizarlos; esos enamorados del ideal, que hoy llevan el alma impregnada de amargura; podrían todos ellos, seguramente, constituir un gobierno serio, honrado, fuerte, impulsado por anhelos generosos y atento a cumplir los compromisos contraídos en esta hora solemne.
Devuelva usted su libertad al pueblo, ciudadano Carranza; abdique usted de sus poderes dictatoriales, deje usted correr la savia de las generaciones nuevas. Ella purificará, ella dará vigor, ella salvará a la Patria. Y si usted, como simple ciudadano, puede colaborar en la magna obra de reconstrucción y de concordia, sea usted bien venido. Pero, por deber y por honradez, por humanidad y por patriotismo, renuncie usted al alto puesto que hoy ocupa y desde el cual ha producido la ruina de la República
Nuevos horizontes se presentan para la Patria. El señor Doctor don Francisco Vázquez Gómez, hombre conciliador y atingente, antiguo y firme revolucionario, invita a la unión a los mexicanos, y ha encontrado una fórmula de unificación y de gobierno, dentro de la que caben todas las energías sanas, todos los impulsos legítimos, el esfuerzo de todos los intelectuales de buena fe y el impulso de todos los hombres de trabajo. Bajo esa nueva dirección se podrá hacer patria, se fundará una paz definitiva, se reorganizará el progreso, se consolidará un gran gobierno: el Gobierno de la unificación revolucionaria
Y para allanar esa obra –que de todas maneras habrá de realizarse– sólo hace falta que usted cumpla con un deber de patriota y de hombre, retirándose de lo que usted ha llamado Primera Magistratura, en la que ha sido usted tan nocivo, tan perjudicial, tan funesto para la República”
Emiliano Zapata siempre estuvo a la ofensiva en el despliegue de su pensamiento y de su liderazgo político. Privilegiaba en su acción el peso de la voluntad popular. Para él, los de abajo expresaban la experiencia y la sabiduría centenaria de los pueblos originarios. En ellos, expresaba, está representado el espíritu de servicio y de comunalidad. El sentido de colectivismo que zapata expresaba provenía de las formas en que se asumían las tareas y responsabilidades de la gente. Todo lo compartía con un amplio sentido de equidad y de justicia. Como líder político y militar siempre estuvo al frente de todas las batallas. Fue un auténtico constructor de la lucha revolucionaria. Asumió el pensamiento de otros líderes como Ricardo Flores Magón, Vladimir Ilich Lenin y expresó un sentido internacionalista de la lucha de los pueblos del mundo
Por todo esto, tan vigente, tan lleno de verdad y tan profundo, el Frente Nacional de Organizaciones y Pueblos en Lucha, vivirá y se desarrollará llevando como bandera el ideario, el pensamiento y los principios por los que luchó  el General Emiliano Zapata


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