En lo que fue el cuartel zapatista, en
las montañas de Axioxustla, Puebla, el 28 de noviembre de 2014, a 103 años de la firma del Plan de
Ayala, y por encargo de El Frente Nacional de Organizaciones y Pueblos en Lucha,
leí este texto que contiene el ideario, el pensamiento y los principios por los
cuales luchó el Gral. Emiliano Zapata.
Todo parecido con lo que pasa actualmente, no es mera coincidencia
Por JESÚS SOSA CASTRO
Hablar del ideario zapatista es hablar de campesinos,
de peones, de maestros rurales, de clases medias, obreros, de pueblos, de miles
de mujeres y hombres que se unificaron en un movimiento militar, político y
cultural, cuya figura central fue Emiliano Zapata
Cada zapatista tenía raíces y trayectorias milenarias.
Las comunidades agrarias de Morelos, Guerrero, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala, la
mayoría indígenas con siglos de dominación y resistencia, se aliaron con
obreros, clases medias y peones que expresaban una cercanía con el México
profundo para emprender la lucha por su emancipación social y política. Las
comunidades agrarias y los sectores oprimidos encontraron en el movimiento zapatista una identidad con
grados de conciencia muy importante que los llevó a luchar contra la opresión y
por la libertad
Emiliano Zapata y otros dirigentes del
zapatismo lograron unificar estas expresiones y trayectorias, y les dio voz y
dirección. Zapata supo en todo momento que él se debía a los demás, a su gente.
Asumió su liderazgo como un deber para con su pueblo, y en su acción
revolucionaria, fue intransigente con sus principios. Jamás traicionó, ni se
ubicó por encima de sus bases. Tuvo la
visión y el arrojo para hacer de su fuerza una expresión autónoma y soberana,
para desprenderse de direcciones ligadas a la burguesía, en cuyo proyecto no se
contemplaban las demandas del pueblo
Esta característica central de su lucha
permitió al zapatismo convertirse en un movimiento autónomo, de los de abajo,
de las clases populares, con proyecto propio, con estrategias y tácticas elaboradas
y decididas por la gente. La proclamación del Plan de Ayala es justo el momento
en que el zapatismo logra su autonomía de clase y emprende la lucha por el
poder político. Emiliano Zapata y los zapatistas tuvieron muy claro que la emancipación
tendría que ser auto-emancipación o no sería y supieron leer la traición que
escondían las direcciones burguesas de otros movimientos
La Revolución zapatista fue distinta a la
Revolución triunfante por más que la Historia Oficial buscara en todo momento
ubicarla como la misma. La Revolución zapatista fue de los de abajo, fue
autónoma con respecto a Madero y a Carranza. Su proyecto y sus demandas se
diferenciaban de ellas, por su radicalidad y su justicia
El Plan de Ayala se convirtió en la bandera
del zapatismo. Lo juraron y se comprometieron a luchar por él hasta la victoria
o la muerte. Tres aspectos importantes expresaban las diferencias del zapatismo
con las direcciones burguesas que demostraban su autonomía, su visión de clase
y su espíritu revolucionario, las cuales, terminaron siendo parte fundamental
de su ideario. En el Plan de Ayala se estipula que serán nacionalizados todos
los bienes de los enemigos de la
Revolución. Los campesinos despojados, recuperarán sus tierras y de inmediato
ejercerán su propio poder. Los zapatistas entendieron que la emancipación no
vendría por las leyes, ni por las reformas sino a partir de ejercer su propio
poder. Por último, en el Plan de Ayala se estipulaba que los terratenientes
tendrían que acudir a los tribunales para hacer reclamos, mediante la
presentación de pruebas. Los campesinos tomarían posesión inmediata de las
tierras con el resguardo de las armas
El zapatismo hacía una lectura de la realidad
desde la visión campesina, desde abajo. Un amor por la comunidad, por México y
una lucha por una Patria para el humillado, para el oprimido. Explicaba que la
emancipación, es obra de los oprimidos, autónomos y soberanos. Por eso siempre
estuvo en la condición de desenmascarar las traiciones de Madero y de Carranza
Antes de ser traicionado por Carranza, el
Gral. Emiliano zapata le escribió una carta en la cual dejó expresa otra parte
de su Ideario Político. Expuso con claridad su visión de país y las razones de
su lucha a favor del pueblo mexicano. “Has arruinado la República” le espetó el
17 de marzo de 1919. El caudillo del Sur expresaba sus verdades y su amargura
por lo que estaba viviendo el país. Le hacía una dura crítica y con certeza
indiscutible, exhibía su incapacidad y los errores que estaba cometiendo en
contra de los intereses y demandas del pueblo. Estos señalamientos fueron el
motivo por el que Venustiano Carranza ordenó al Gral. Pablo González acabar con
el Héroe de Anenecuilco, quien fue asesinado el 10 de abril de 1919
Como ciudadano, le escribió el Gral. Zapata, “soy
poseedor del derecho de pensar y hablar alto. Como
campesino conocedor de las necesidades del pueblo humilde al que pertenezco, como
revolucionario y caudillo de grandes multitudes, he tenido oportunidad de
reconocer las reconditeces del alma nacional y he aprendido a escudriñar en sus
intimidades. Conozco de sus amarguras y de sus esperanzas. Por eso con el derecho
que me da mi rebeldía de nueve años, siempre encabezando huestes formadas por
indígenas y por campesinos; voy a dirigirme a usted ciudadano Carranza, por vez
primera y última”
“Me dirijo
no al Presidente de la República, a quien considero imposible que no lo
conmuevan siquiera alguna vez, las angustias de las madres, los sufrimientos de
los huérfanos, las inquietudes y las congojas de la Patria. Voy a decirle
verdades amargas, pero nada expresaré a usted que no sea cierto, justo y honradamente
dicho
Desde que en
el cerebro de usted germinó la idea de hacer la revolución, primero contra
Madero y después contra Huerta, cuando vio que aquel caía más pronto de lo que
había pensado, desde que concibió usted el proyecto de erigirse en jefe y director
de un movimiento que con toda malicia
denominó constitucionalista, desde entonces pensó usted en encumbrarse,
proponiéndose convertir la Revolución en provecho propio y de un pequeño grupo
de sus allegados, de amigos o de incondicionales, que lo ayudaran a subir para
disfrutar el botín alcanzado, disfrutar de las riquezas, honores, negocios,
banquetes, fiestas suntuosas, bacanales de placer, orgías, de ambición, de
poder y de sangre
Nunca pasó
por la mente de usted que la Revolución fuera para beneficiar a las grandes
masas de esa legión de oprimidos que usted y los suyos soliviantaban con sus
prédicas. Siempre engañó y oprimió a los que luchaban por la revolución.
Pregonó grandes ideales, principios y anunció importantes reformas. Sin embargo, para poder evitar que
la conmoción popular se volviese contra quien hablaba demagógicamente, para
impedir que el pueblo, ya sintiéndose fuerte se hiciera justicia por sí mismo,
ideo la creación de una dictadura a la que bautizó con el nombre de dictadura
revolucionaria
Luego se
puso hablar de la unidad de dirección, de impulso para sacar adelante las
demandas populares, de cohesión entre los revolucionarios, de rapidez para
concebir proyectos de energía y prontitud para ejecutarlos. Todo eso se lo
quitó a las asambleas deliberantes y se lo entregó a un solo hombre que fue
usted, convirtiéndose en el único amo en las filas del constitucionalismo. Se
atrevió a decir que para hacer triunfar las reivindicaciones libertarias de la
Revolución, se necesitaba un dictador y desde entonces puso en práctica los
procedimientos autocráticos que eran
indispensables para imponerlos a una sociedad refractaria a los principios
democráticos
Para lograr
la libertad usted se valió del despotismo. Sobre esos sofismas fundó su
autoridad, el absolutismo y la omnipotencia con que se conduce. Puso por encima
sus exorbitantes poderes en detrimento
de los principios. En el terreno económico y hacendario, la gestión no pudo
haber sido más funesta, Se saquearon los bancos, hubo imposición de papel
moneda una, dos o tres veces, para luego
desconocer con mengua de la fe pública, los billetes emitidos. El comercio se
desorganizó por estas fluctuaciones monetarias. El crédito se perdió en el
interior y en el extranjero. La industria y las empresas de todo género, fueron
agonizando bajo el peso de contribuciones exorbitantes, casi confiscatorias. La
agricultura y la minería, perecieron por falta de garantías y de seguridad en
las comunicaciones. La gente humilde y trabajadora fue reducida a la miseria,
al hambre, a las privaciones de toda especie por la paralización del trabajo,
por la carestía de los víveres y por la insoportable elevación del costo de la
vida
En materia
agraria, las haciendas fueron cedidas o arrendadas a los generales, a los
favoritos. Los antiguos latifundistas de la alta burguesía, reemplazados en no
pocos casos por modernos terratenientes que usan charreteras, quepí y pistola
al cinto, burlaron permanentemente a los pueblos en sus esperanzas. Ni los
ejidos se devolvieron a los pueblos que en su inmensa mayoría continúan
despojados de ellos, ni las tierras se reparten entre las gentes de trabajo,
entre los campesinos pobres y verdaderamente necesitados. En materia obrera,
con intrigas, con sobornos, con maniobras disolventes y apelando a la
corrupción de los líderes, se ha logrado la desorganización y la muerte
efectiva de los sindicatos, principales baluartes del proletariado en las
luchas que tiene que emprender por su mejoramiento. La mayor parte de éstos
solo existen de nombre, los asociados han perdido la fe en sus antiguos
dirigentes, y los más conscientes, los que
más valen, se han dispersado, llenos de desaliento
Se trata al
parecer de infundirles vida nueva pero con miras políticas y bajo la corruptora
sombra del poder oficial. Acabamos de ver mítines obreros presididos y
patrocinados por gobernadores, bien conocidos como servidores incondicionales
de usted. Y ya que se trata de estas combinaciones, asomémonos al terreno de la
política, en el que usted ha desplegado todo su arte, toda su voluntad y toda
su experiencia. ¿Existe el libre sufragio? ¡Mentira! En la mayoría, para no
decir en la totalidad de los Estados, los gobernadores han sido impuestos por
el centro. En el Congreso de la Unión figuran como diputados y Senadores,
criaturas del Ejecutivo y en las elecciones municipales los escándalos han
rebasado los límites de lo tolerable y aún de lo verosímil
En materia
electoral, ha imitado usted con maestría y en muchos casos superado a su
antiguo jefe Porfirio Díaz. Pero ¿qué digo? En algunos Estados no se ha creído
necesario tomarse siquiera la molestia de hacer elecciones, allí siguen
imperando los gobernadores militares impuestos por el Ejecutivo Federal que
usted representa y allí continúan los horrores, los abusos, los inauditos
crímenes y atropellos del período preconstitucional
Ahora
entiendo por qué usted llamó con toda malicia, al movimiento emanado del Plan
de Guadalupe, REVOLUCION CONSTITUCIONALISTA. En su conciencia estaba violar
sistemáticamente la constitución. En su origen, en su fondo, en sus detalles,
en sus tendencias, se encontraba su conducta anticonstitucional. Usted gobierna
saliéndose de los límites fijados al Ejecutivo por la constitución. No necesita
los presupuestos aprobados por la cámara porque usted establece y deroga
impuestos y aranceles, usted usa facultades discrecionales en Guerra, en Hacienda y en Gobernación.
Usted da consignas, impone gobernadores y diputados, se niega a informar a las
cámaras: protege al pretorianismo y ha instaurado en el país, desde el comienzo
de la era constitucional hasta la fecha, una mezcla hibrida de gobierno militar
y de gobierno civil, que no tiene de civil más que el nombre
La
soldadesca llamada constitucionalista, se ha convertido en el azote de las
poblaciones y de las cantinas. Según confesión de uno de los más altos jefes de
usted (nada menos que del subsecretario de Guerra Jesús Agustín Castro) la
Revolución se extiende y nuevos rebeldes aparecen cada día en gran parte debido
a los excesos y desmanes de jefes sin honor y carentes de todo escrúpulo, que
olvidando su carácter de guardianes del orden, son los primeros en trastornarlo
con sus crímenes y actos de vandalismo
Esa
soldadesca, en los campos, roba gallinas, ganados y animales de labranza. En
los pueblos pequeños incendia o saquea los hogares de los humildes, y en las
grandes poblaciones especula en gran escala con los cereales y semovientes
robados. Comete asesinatos a la luz del día, asalta automóviles y efectúa
plagios en la vía pública, a la hora de mayor circulación en las principales
avenidas, y lleva su audacia hasta constituir temidas bandas de malhechores que
allanan las ricas moradas, hacen acopio de alhajas y objetos preciosos.
Organizan la industria del robo a la alta escuela y con procedimientos
novísimos, como la ha hecho ya la célebre banda del Automóvil Gris, cuyas
feroces hazañas permanecen impunes hasta la fecha, por sus directores y
principales cómplices, personas allegadas a usted o de prominente posición en
el ejército, hasta donde no puede llegar la acción de un gobierno que se dice
representante de la legalidad y el orden
Y sin
embargo, usted acaudilló a todos esos hombres, usted fue su primer jefe, usted
sigue siendo el responsable ante la
opinión civilizada, de la marcha de la administración y de la conducta del
ejército, y sobre usted recaen esas manchas
y a usted le salpica ese lodo. ¡Con cuánta razón los gobiernos
extranjeros no tienen confianza en el de usted. Por eso el gobierno de Francia
se ha negado a recibir al enviado constitucionalista, considerándolo como el representante de una facción y no como el
representante de un gobierno! Las naciones extranjeras recuerdan la conducta de
usted durante el período del gran conflicto guerrero, y no tiene para usted
sino recelos, desconfianza y hostilidad
Usted
protestó ser neutral, y se condujo como furioso germanizante, permitió y azuzó
la propaganda contra las potencias aliadas, protegió el espionaje alemán,
obstruccionó y perjudicó el capital, los intereses y las finanzas de los
extranjeros hostiles al gobierno alemán. Usted, con sus desaciertos y con sus
tortuosidades, con sus pasos en falso y sus deslealtades en la diplomacia, es
la causa de que México se vea privado de todo apoyo por parte de las potencias
triunfadoras y si alguna complicación internacional sobreviene, usted será el
único culpable. Usted ha orillado a nuestro país a la ruina en lo económico, en
lo financiero, en lo político y en el orden internacional. La política de usted
ha fracasado ruidosamente. Usted ofreció y anunció que por medio de un régimen
dictatorial que disfrazó con el nombre de Primera Jefatura, haría la paz en la
República, mantendría la cohesión entre los revolucionarios y consolidaría el
triunfo de los principios de reforma
La paz no se
ha hecho ni se hará nunca con los procedimientos que usted emplea y con el
desprestigio que sobre usted pesa. Los revolucionarios, los de la facción
constitucionalista, los que usted ofreció unir, están cada vez más desunidos,
así lo confesó usted en su último manifiesto. Y en cuanto a los ideales
revolucionarios, yacen maltrechos, destrozados, escarnecidos y vilipendiados
por los mismos hombres que ofrecieron llevarlos a la cumbre. Nadie cree ya en
usted, ni en sus dotes de falsificador, ni en sus tamaños como político ni como
gobernante. Es tiempo de retirarse, es tiempo de dejar el puesto a hombres
hábiles o más honrados. Sería un crimen prolongar esta situación de innegable
bancarrota moral, económica y política. La permanencia de usted en el poder es
un obstáculo para que se haga obra de unión y de reconstrucción. Por las
intransigencias y errores de usted, se han visto imposibilitados de colaborar
en su gobierno, hombres progresistas y de buena fe que hubieran podido ser
útiles a México
Esos
hombres, esos intelectuales, esa juventud pletórica de ideales, esa gente
nueva, no mancillada, no corrompida ni gastada, esos revolucionarios de ayer
que se han apartado de la cosa pública llenos de desencanto, esos jóvenes que
se han iniciado en los grandes principios de la Revolución y sienten infinitas
ansias de realizarlos; esos enamorados del ideal, que hoy llevan el alma impregnada
de amargura; podrían todos ellos, seguramente, constituir un gobierno serio,
honrado, fuerte, impulsado por anhelos generosos y atento a cumplir los
compromisos contraídos en esta hora solemne.
Devuelva
usted su libertad al pueblo, ciudadano Carranza; abdique usted de sus poderes
dictatoriales, deje usted correr la savia de las generaciones nuevas. Ella
purificará, ella dará vigor, ella salvará a la Patria. Y si usted,
como simple ciudadano, puede colaborar en la magna obra de reconstrucción y de
concordia, sea usted bien venido.
Pero, por deber y por honradez, por humanidad y por
patriotismo, renuncie usted al alto puesto que hoy ocupa y desde el cual ha producido
la ruina de la República
Nuevos
horizontes se presentan para la Patria. El señor Doctor don Francisco Vázquez
Gómez, hombre conciliador y atingente, antiguo y firme revolucionario, invita a
la unión a los mexicanos, y ha encontrado una fórmula de unificación y de
gobierno, dentro de la que caben todas las energías sanas, todos los impulsos
legítimos, el esfuerzo de todos los intelectuales de buena fe y el impulso de
todos los hombres de trabajo. Bajo esa
nueva dirección se podrá hacer patria, se fundará una paz definitiva, se
reorganizará el progreso, se consolidará un gran gobierno: el Gobierno de la
unificación revolucionaria
Y para
allanar esa obra –que de todas maneras habrá de realizarse– sólo hace falta que
usted cumpla con un deber de patriota y de hombre, retirándose de lo que usted
ha llamado Primera Magistratura, en la que ha sido usted tan nocivo, tan
perjudicial, tan funesto para la República”
Emiliano
Zapata siempre estuvo a la ofensiva en el despliegue de su pensamiento y de su
liderazgo político. Privilegiaba en su acción el peso de la voluntad popular.
Para él, los de abajo expresaban la experiencia y la sabiduría centenaria de
los pueblos originarios. En ellos, expresaba, está representado el espíritu de
servicio y de comunalidad. El sentido de colectivismo que zapata expresaba
provenía de las formas en que se asumían las tareas y responsabilidades de la
gente. Todo lo compartía con un amplio sentido de equidad y de justicia. Como
líder político y militar siempre estuvo al frente de todas las batallas. Fue un
auténtico constructor de la lucha revolucionaria. Asumió el pensamiento de
otros líderes como Ricardo Flores Magón, Vladimir Ilich Lenin y expresó un
sentido internacionalista de la lucha de los pueblos del mundo
Por todo
esto, tan vigente, tan lleno de verdad y tan profundo, el Frente Nacional de
Organizaciones y Pueblos en Lucha, vivirá y se desarrollará llevando como
bandera el ideario, el pensamiento y los principios por los que luchó el General Emiliano Zapata
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