miércoles, 5 de agosto de 2015

A esto le apuesto. ¡Ni más, ni menos!
Por JESÚS SOSA CASTRO
Estamos a tres años de la elección presidencial y ya la caballada anda desatada. Hasta hoy, once políticos han declarado que tienen intenciones de competir como candidatos a la Presidencia de la República. La mayoría de ellos no llegará a serlo. Simplemente ponen su nombre para ver si alguien se ocupa de sus prestigios perdidos y otros, quieren poner en blanco y negro sus sueños guajiros para ver si alguien, los pela. El único que trae el 42 % de la intención del voto a nivel nacional según el Grupo Reforma, es Andrés Manuel López Obrador. Su trabajo, su honestidad y el conocimiento que tiene de México, lo tienen al frente de la puja electoral. ¡Andrés Manuel va muy bien! Merece la candidatura y desde luego, México lo necesita como Presidente. Los precandidatos priistas, panistas y perredistas, simplemente no pintan, sus partidos hartaron a los electores 
Para llevar a buen puerto esta candidatura necesitamos cambios profundos en Morena. Y lo primero que debemos descubrir es en dónde están nuestras debilidades y en dónde nuestras fortalezas para convertirnos en una alternativa de poder. El partido es portador no sólo de la esperanza de un cambio sino de los principios de justicia, de solidaridad y de ese sentido común que puede hacer posible derribar el muro de lo inconcebible. Si buscamos la democracia para México, no basta tener el derecho a votar, exigimos el reparto del poder. Porque para que haya igualdad de derechos tiene que haber, también, igualdad de poderes. Este es el verdadero sentido de nuestra lucha. Si pregonamos el cambio, tenemos que dejar de parecernos a la derecha y salir de la inmovilidad para convertirnos en un gran movimiento de masas. Sólo así llevaremos a AMLO a la Presidencia de la República
Contar con un partido triunfador exige de muchas cosas y de una organización impecable. Morena debe eliminar la suma artificial de miembros. Los “líderes” no deben poner cuotas a nadie y menos traer como clientela cautiva a personas que andan en busca de apoyos o de servicios. Estamos hartos de este tipo de comportamientos. Requerimos que los miembros de Morena estén llenos de ideas y de proyectos en los que estén presentes sus convicciones políticas. No queremos a personas presionadas. Los tiempos actuales exigen de la militancia formación ideológica y política, radicalización, habilidad comunicativa, y también aspiraciones de gobierno. Se requiere determinación para cambiar lo de adentro para estar en condiciones de poder cambiar lo de afuera. ¡Necesitamos un partido que ni en sus formas de organización ni en sus acciones, se parezca a los partidos de la derecha!
En el 2006 y en el 2012 Andrés Manuel López Obrador ganó la Presidencia de la República. Esto es lo que afirmamos y ese fue el sentido del voto de los ciudadanos. ¡Solo que los que llegaron a la presidencia fueron otros vivales! Hoy, a nueve años del primer intento trascendente de las fuerzas democráticas, la gente quiere otra vez darle su voto al único líder con estatura de estadista y una ética política incuestionable. Si la gente está dispuesta a dar su voto para que triunfe la democracia en el 2018, Morena tiene la obligación de corregir cuanto antes aquellas prácticas que no incorporan el voto ciudadano
Las asambleas delegacionales, distritales, estatales, municipales y congresos para elegir a los dirigentes intermedios y nacionales, deben ser ejemplo de democracia. Si los “Jefes” vuelven otra vez sobre sus acarreos o prácticas corporativas y dejan de lado la necesaria participación de las bases, el partido se va a dividir y el resultado electoral que buscamos se va a malograr. Ya hay una fuerte corriente nacional que viene empujando contra estos vicios, contra esas prácticas, pero parece que esto no les preocupa a los actuales dirigentes. En cambio, si se abren las puertas para que el ejercicio de una política democrática sea la que se asiente en las filas de Morena, la candidatura de Andrés Manuel para el 2018 no sólo se abrirá paso ante la mediocridad de las otras, sino que el voto del pueblo lo llevará a la presidencia de la República a pesar de la oposición de las mafias
Si queremos cambiar el país, tenemos que imponer otra hegemonía. Esa hegemonía le pertenece al pueblo. A un pueblo que se sienta partícipe de las decisiones y no solo una fuerza utilitaria para fines electo-partidistas. Los que hoy detentan el poder y han llevado el país a la quiebra no son invencibles. Se han mantenido en esa preponderancia porque hay incapacidad organizativa de la gente, por sus pugnas internas y por la falta de una dirección revolucionaria. ¡Démosle un nuevo rostro a esa alternativa! La crisis y la catastrófica situación económica y social que vivimos están llevando a México a un callejón sin salida. Los actores hasta ahora dominantes no dudarán en llevarnos otra vez a una edad de piedra con tal de conservar sus intereses. La salida no está en hacerles el favor de asustarnos y quedarnos pasivos o callados. La lucha la sabremos dar aportando lo mejor de las fuerzas democráticas y recogiendo con presteza la sabiduría y el coraje que anidan en el cuerpo y el alma de los mexicanos. ¡A esto le apostamos! Ni más, ni menos




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