miércoles, 23 de septiembre de 2015

La verdad histórica de EPN, sepultada en el basurero de Cocula

Por JESÚS SOSA CASTRO

A tres días de que se cumpla un año en que el Estado mexicano desapareciera a 43 normalistas, el gobierno de Peña Nieto no sabe cómo salir de ese atolladero. Su verdad histórica quedó sepultada en el basurero de Cocula y a nivel internacional, su prestigio está absolutamente quebrantado por estos hechos ominosos. ¿Qué hacer ante estos lamentables resultados? ¿Seguir haciendo lo que hemos hecho durante doce largos meses? ¿O abrir los espacios necesarios para reflexionar sobre los cambios que requiere la lucha para aclarar las desapariciones forzadas y acabar con las políticas de un gobierno corrupto y responsable de los crímenes de lesa humanidad?
En este año hemos hecho marchas, mítines, recorridos por varios Estados de la República. Se han hecho conferencias de prensa, publicado documentos, foros nacionales e internacionales, investigación de peritos y especialistas extranjeros. Han intervenido la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la ONU, fuerzas y partidos de otras naciones  y los resultados obtenidos no avalan la investigación hecha por el gobierno federal. Peña Nieto ha vuelto sobre su mentira histórica y hace todo tipo de maniobras para tratar de torcer los resultados de la Comisión de Investigadores independientes de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos. Aplica una política distractora, falaz e irresponsable. Quiere aparecer como ajeno a los hechos cuando es él el principal responsable
Lo que se ha hecho guardaría mayor validez si se asentara sobre definiciones y determinaciones de mayor consistencia y proyecciones estratégicas. Los padres de los normalistas de Ayotzinapa hicieron bien en señalar desde el principio que ¡Fue el Estado! quien desapareció a los estudiantes. Si así fue y así es, ¿por qué se ha diluido esta justa definición? ¿Por qué pedir a ese violador de los derechos humanos, a ese asesino, a un delincuente de lesa humanidad, que sea él quien investigue y resuelva este grave problema cuando este funcionario está acusado ante la Corte Penal Internacional por estos gravísimos delitos? ¿No es acaso un contrasentido y una ofensa a la inteligencia de los mexicanos?
El asunto exige una clara definición. ¡No puede haber la más mínima ambigüedad, so pena de esperar otros aniversarios como este! La verdad ya está  revelada. Son los priistas y sus partidos satélites, los perpetradores de la desaparición forzada de los 43 jóvenes de Ayotzinapa. Son ellos los culpables  de esa larga historia de crímenes contra la población. Por esas razones y de manera inmediata, el pueblo mexicano debe recuperar la consigna ¡Fuera Peña Nieto y todo su mal gobierno!  Pues esta demanda es la única que, de cumplirse, haría justicia a los millones de agraviados por este régimen de asesinos. Esta consigna, ¿ya perdió validez? ¿Se cree que habrá verdadera y radical solución a los problemas fundamentales del pueblo, cuando esta casta de multimillonarios y delincuentes sigue con las riendas del poder? Urge razonar de otra manera
Al llegar a este aniversario, resulta obligado reconocer que los padres de los 43 normalistas, que sus compañeros de escuela, que las fuerzas populares, especialmente las de Guerrero, han hecho invaluables aportaciones  a esta lucha heroica. Este aporte al movimiento popular abona el terreno para que todas las fuerzas, puedan dar un salto cualitativo en la continuidad de esta acción simbolizada por Ayotzinapa. La dispersión que hay hasta ahora debe acabarse. Sacar a Peña Nieto del poder, sólo será posible si nos articulamos sin excluir a nadie. Ha llegado el momento de sustituir las pequeñas marchas, mítines y todas las acciones desarticuladas, por el sincronizado levantamiento popular, civil, pacífico, de miles y millones de trabajadores y de ciudadanos. Superar toda muestra de sectarismo, de sentido de exclusión, de culto a los dogmas, que sólo mantienen en la marginalidad a los movimientos sociales y que nunca permiten realizar acciones de verdadera trascendencia, capaces de colapsar al régimen represor

Ayotzinapa no sólo es el símbolo de estas grandes resistencias populares, es sobre todo, un ejemplo de cómo debe denunciarse a nivel nacional e internacional a un régimen corrupto y asesino. Se puede derrocar a este tipo de gobernantes como lo han hecho otros pueblos del mundo. Sólo hay que observar la mecánica de esas irrupciones de masas, los dispositivos que facilitaron que el ancestral y acumulado descontento se convirtiera en un levantamiento popular civil pacífico que concentró todo el ímpetu energético guardado en el alma, en el cuerpo y en el corazón de millones de ciudadanos. Ese puede ser el escape y la floración que libere a nuestro pueblo. ¡Sólo así dejará de ser burlado una y otra vez!  No es fácil organizar esto. Pero hay que priorizar y concentrarse en ello, poner toda la inteligencia, el sentido de responsabilidad, la seriedad y la prudencia en esta histórica tarea. ¡Dejémonos de andar quemando la pólvora en infiernitos! 

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