Mancera, el gran fiasco
Por JESÚS SOSA CASTRO
Los electores de la ciudad de México estamos decepcionados del
gobierno de Mancera. Nos salió vano, sin rumbo y represor. Se pasó al lado de
los hambreadores inmobiliarios y abrazó sin pudor las políticas antipopulares de
Enrique Peña Nieto. Los derechos sociales y políticos ganados por los citadinos,
nos los arrebató el elefante blanco por el que votamos hace tres años y que a
la fecha, se ha hecho enormemente chiquito. Se olvidó de sus ofrecimientos de
campaña y pronto devino en un funcionario gris rata como muchos que pululan por
el país. Vivimos una experiencia que no podemos pasar por alto. El 63% que
votamos por él, nos equivocamos. Elegimos a un gobernante, inepto, reaccionario
y proclive a las prácticas fraudulentas
Nuestra ciudad la han convertido en una ciudad policiaca. Los
“guardianes del orden” son una banda de forajidos con placa. Por todas partes
se aparecen no para dar seguridad a la población sino para agredir y para
robar, para extorsionar a los ciudadanos. ¡Son unos verdaderos ladrones! La
ciudad se nota envejecida y abandonada. Las plazas públicas y las calles de
esta gran ciudad están llenas de basura, hoyos y baches. Los mercados públicos
abandonados, las estaciones del metro destartaladas, colmadas de gente
empobrecida por el sistema. Las luchas
sociales las han criminalizado
Lo más grave que ha vivido la ciudadanía es la cancelación de
sus derechos democráticos. En su afán de abrazarse al gobierno de Peña Nieto, Mancera
ha hecho del fraude electoral su principal comportamiento político. Este modus
operandi y sus deslices corruptores son lo que le ha dado sello a su gobierno. Al
arrebatarle el triunfo a los jefes delegacionales de Morena en Gustavo A Madero,
Iztacalco y Coyoacán se le cayó el poco crédito político que conservaba. Aunque
a decir verdad, parece que el TEPJF le va a enmendar la plana a Mancera
¡Es obvio que el Jefe de gobierno no camina por la ciudad! De
hacerlo, ya se habría dado cuenta que las calles están convertidas en mercados.
Si un automovilista quiere estacionar su vehículo en alguna parte o un peatón
caminar por las banquetas, no puede hacerlo porque muchos vecinos y franeleros se
han apropiado de ellas llenándolas de huacales o de barras de fierro. El jefe
de gobierno nos quitó el zócalo para convertirlo en canchas de fut bol para sus
deportistas balines, para hacerlo estacionamiento de políticos agachones y para
llenarlo de mentecatos acarreados para oír el grito de Peña Nieto. ¿Dónde
quedaron los derechos humanos contenidos en la Constitución de la República?
En la ciudad de México ha surgido el fenómeno de la apropiación
de las calles. Tal vez sea una reacción de los ciudadanos ante el despojo que
han venido sufriendo en su patrimonio nacional. Es verdad que la pobreza está
invadiendo las calles. Las personas han hecho de todo tipo de espacios su
principal y único modo de subsistencia. Este fenómeno social es la violación
sistemática de los derechos de los habitantes y el reflejo e incapacidad de los
gobiernos para atenderlos
Si el gobierno central hace lo que hace, los caciquitos de las
delegaciones, lo imitan haciendo lo mismo. Si los vecinos quieren disponer de
un espacio público para deliberar sobre sus asuntos, los vándalos y los
policías al servicio de los Delegados se aparecen para impedir la reunión. Estos
espacios, señor Mancera, son de los ciudadanos y no del gobierno. ¿Por qué sus
achichincles y los de la mayoría de los jefes delegacionales hacen lo que
hacen? ¿Será que la idea de vender y de
privatizar todo, está contaminando la conducta social de los ciudadanos? Hoy cualquier
persona, mediante los moches, hace de la calle o de la banqueta un coto privado
que sirve a sus intereses personales
El fenómeno de los franeleros, es un caso lamentable. Son los
dueños de las calles que antes eran de los ciudadanos. Hoy todo se vende o todo
se compra. El jefe de gobierno y los delegacionales, son los que están
generando este fenómeno de apropiarse de los derechos y de los espacios de la
gente. Los que vivimos en la GAM vivimos en calles llenas de inmundicia. Los
fines de semana, las peregrinaciones y las fiestas guadalupanas no nos dejan
movernos. Sufrimos todo tipo de actos gandayescos. Los delincuentes son tolerados
y comandados por personas de la Delegación. Hacen un gran negocio al margen de
la ley. ¿Y el gobierno dónde está? ¿Qué hace ante estos atropellos? ¿Por qué se
dejó arrastrar por los intereses de la derecha si se supone que lo elegimos los
de la izquierda? ¿Y la ética de su gobierno, señor Mancera, en dónde la tiró?
¡Carajo, señor, qué desperdicio!
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