miércoles, 20 de enero de 2016

Contra las patrias. El nacionalismo revolucionario

Por JESÚS SOSA CASTRO

Rainer Maria Rilke, dice en el libro escrito por Fernando Savater que “la única y auténtica patria del hombre es su infancia. Solo quien nada vale por sí mismo puede creer que hay mérito en haber nacido en determinado lugar o bajo determinada bandera. El patriotismo tiene que subordinarse a la lealtad racional, a cosas como la humanidad y la justicia” El nacionalismo mexicano recogió, en su origen, este concepto patriótico como una ideología antagónica surgida del desbaratamiento de las dos grandes ideologías sociales del siglo XX, el comunismo y el fascismo. De la esencia social y nacional de estas ideologías, se sintetiza la corriente del nacionalismo revolucionario, un movimiento heterodoxo y ecléctico con distintas  tendencias internas. Eso hubo en México desde 1917 hasta más o menos la década de los sesenta. Después…..
  
¡Hoy ese nacionalismo se acabó! Nuestra humanidad debiera estar más interesada en los saberes y en la obligada transformación revolucionaria del país en lugar de ocuparse preponderantemente del hartazgo que nos está provocando la política electoral, el latrocinio, la criminalidad y la violencia. Las cuestiones filosóficas e ideológicas sostenidas por Rainer y Savater no se contraponen con lo que pasa actualmente con los políticos criminales y corruptos que se comen al país. Todos ellos se mueven en un mundo de impunidad, desprecian las leyes y no les interesa la patria

Saben que en México todo se compra o se vende según se esté en uno o en otro lado del río. La cloaca de la “justicia mexicana” representa el rostro real de los gobernantes, de los políticos y de la mayoría de los llamados líderes de opinión. Humberto Moreira es el caso más patético que muestra el pus de la justicia. Aquí era un señor de horca y cuchillo, se codeaba con Peña Nieto, con Salinas de Gortari, con Manlio Fabio Beltrones, porque todos son el rostro de la descomposición, de la narco política y de la corrupción. Son traidores a la Patria por naturaleza y por convicción.

En nuestro país, a Humberto Moreira nada le ocurría. Iba y venía sin preocuparse por la justicia. De pronto lo apañan en el aeropuerto de Barajas y toda la familia con antecedentes criminales empieza a tomar distancia de él. ¡Por lo menos mientras pasa el aguacero! La pena ajena consiste en que en México todo es impunidad. La violencia social, la criminalización de la política, las desapariciones forzadas y los encarcelamientos de líderes sociales, son actos calculadamente violentos para golpear a la oposición y confundirá la opinión pública. Son distractores en contra de la revolución auto determinada que ya se viene construyendo por los líderes de pueblo

Escritores y políticos han dado importantes opiniones sobre estos fenómenos. El nacionalismo, dicen algunos, es una ideología colectivista que convierte en un valor el accidente más banal. Todo es convertido en un gran acontecimiento al servicio del sistema. La fuga del chapo Guzmán, su recaptura, el avión presidencial, los twittes de Katy del Castillo y otros, son el hollín de la política mexicana. Amín Maalouf, escritor libanés y autor de “Los desorientados y de las Identidades asesinas” entre otros  libros, ha hecho aportes importantes sobre estos problemas. “Para que alguien se considere mejor a los demás -dice-  tiene que haber alguien que haga dejación de sus funciones, de cumplir la ley” ¿Hay algo que se parezca a lo que pasa en nuestro país?

El nacionalista, se mueve también en el mismo universo, donde si alguien lo ataca se lo acusa de ser un traidor. La razón estriba en que la única diferencia entre ambos, es la zona geográfica a la que uno y otro llaman “nación” El propio título del libro de Savater, rechaza ese tipo de argumentos.  Dice que el nacionalismo contiene de por sí un efecto polarizante, exalta “la unidad sagrada de la Patria, pondera hasta el exceso a quienes niegan un federalismo real y apoya indiscriminadamente a cuanto cacique y políticos corrompidos existen defendiendo sus cotos de poder” La centralización de eso que tienen en sus manos, es la fuente principal de sus empeños jurídicos y políticos. ¿Nos dice algo la Reforma política de la ciudad de México que pronto será promulgada?   ¿Nuestros derechos ciudadanos dónde van a quedar?

Lo que nos están imponiendo Peña Nieto y Mancera es una Constitución antidemocrática y centralizadora. Hace décadas repudiamos con nuestro voto estos comportamientos políticos de las mafias priistas. La reforma política que le quieren imponer a la ciudad es un ejercicio violento, jurídica y políticamente mendaz. Por decreto es el Jefe de gobierno el único que puede presentar el proyecto de Constitución y nadie la puede objetar. ¿Han vuelto las camisas pardas hitlerianas para secuestrar políticamente a todos los ciudadanos de nuestra ciudad? ¿Acaso no nos damos cuenta que estos políticos mediocres le están entregando la llave de la ciudad de México a los viejos caciques para destruir sus avances políticos y sus derechos sociales logrados en un proceso esperanzadamente democrático?

¿Qué hacemos, mientras tanto, todos los que con muchos esfuerzos y en un proceso largo y grandes movilizaciones ganamos derechos sociales y políticos que en ninguna otra entidad se han conquistado? ¿En dónde andan nuestros líderes de la izquierda no oficial ante este acto regresivo y carente de constitucionalidad? ¿En dónde andamos los ciudadanos que somos los directamente afectados por este atropello de Peña y de Mancera?  Lo que vemos a simple vista es que la gente anda buscando trabajo para comer, pero y los líderes que viven de nuestros impuestos, ¿a qué se dedican? Andan perdidos en las disputas internas o en las tareas de organización que hasta ahora nada organizan. Si esto es así, “cabe lo que dijo el ex clásico de los Pinos:  hay se los haiga”






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