Contra
las patrias. El nacionalismo revolucionario
Por JESÚS SOSA
CASTRO
Rainer Maria Rilke, dice en el libro
escrito por Fernando Savater que “la única y auténtica patria del hombre es su
infancia. Solo quien nada vale por sí mismo puede creer que hay mérito en haber
nacido en determinado lugar o bajo determinada bandera. El patriotismo tiene
que subordinarse a la lealtad racional, a cosas como la humanidad y la justicia”
El nacionalismo mexicano recogió, en su origen, este concepto patriótico como una
ideología antagónica surgida del desbaratamiento de las dos grandes ideologías
sociales del siglo XX, el comunismo y el fascismo. De la esencia social y nacional
de estas ideologías, se sintetiza la corriente del nacionalismo revolucionario,
un movimiento heterodoxo y ecléctico con distintas tendencias internas. Eso hubo en México desde
1917 hasta más o menos la década de los sesenta. Después…..
¡Hoy ese nacionalismo se acabó! Nuestra
humanidad debiera estar más interesada en los saberes y en la obligada transformación
revolucionaria del país en lugar de ocuparse preponderantemente del hartazgo
que nos está provocando la política electoral, el latrocinio, la criminalidad y
la violencia. Las cuestiones filosóficas e ideológicas sostenidas por Rainer y
Savater no se contraponen con lo que pasa actualmente con los políticos criminales
y corruptos que se comen al país. Todos ellos se mueven en un mundo de
impunidad, desprecian las leyes y no les interesa la patria
Saben que en México todo se compra o se
vende según se esté en uno o en otro lado del río. La cloaca de la “justicia
mexicana” representa el rostro real de los gobernantes, de los políticos y de
la mayoría de los llamados líderes de opinión. Humberto Moreira es el caso más
patético que muestra el pus de la justicia. Aquí era un señor de horca y
cuchillo, se codeaba con Peña Nieto, con Salinas de Gortari, con Manlio Fabio
Beltrones, porque todos son el rostro de la descomposición, de la narco
política y de la corrupción. Son traidores a la Patria por naturaleza y por
convicción.
En nuestro país, a Humberto Moreira nada
le ocurría. Iba y venía sin preocuparse por la justicia. De pronto lo apañan en
el aeropuerto de Barajas y toda la familia con antecedentes criminales empieza
a tomar distancia de él. ¡Por lo menos mientras pasa el aguacero! La pena ajena
consiste en que en México todo es impunidad. La violencia social, la
criminalización de la política, las desapariciones forzadas y los
encarcelamientos de líderes sociales, son actos calculadamente violentos para golpear
a la oposición y confundirá la opinión pública. Son distractores en contra de
la revolución auto determinada que ya se viene construyendo por los líderes de
pueblo
Escritores y políticos han dado importantes
opiniones sobre estos fenómenos. El nacionalismo, dicen algunos, es una
ideología colectivista que convierte en un valor el accidente más banal. Todo
es convertido en un gran acontecimiento al servicio del sistema. La fuga del chapo
Guzmán, su recaptura, el avión presidencial, los twittes de Katy del Castillo y
otros, son el hollín de la política mexicana. Amín Maalouf, escritor libanés y autor
de “Los desorientados y de las Identidades asesinas” entre otros libros, ha hecho aportes importantes sobre
estos problemas. “Para que alguien se considere mejor a los demás -dice- tiene que haber alguien que haga dejación de
sus funciones, de cumplir la ley” ¿Hay algo que se parezca a lo que pasa en
nuestro país?
El nacionalista, se mueve también en el
mismo universo, donde si alguien lo ataca se lo acusa de ser un traidor. La
razón estriba en que la única diferencia entre ambos, es la zona geográfica a
la que uno y otro llaman “nación” El propio título del libro de Savater, rechaza
ese tipo de argumentos. Dice que el
nacionalismo contiene de por sí un efecto polarizante, exalta “la unidad
sagrada de la Patria, pondera hasta el exceso a quienes niegan un federalismo
real y apoya indiscriminadamente a cuanto cacique y políticos corrompidos existen
defendiendo sus cotos de poder” La centralización de eso que tienen en sus
manos, es la fuente principal de sus empeños jurídicos y políticos. ¿Nos dice
algo la Reforma política de la ciudad de México que pronto será promulgada? ¿Nuestros derechos ciudadanos dónde van a
quedar?
Lo que nos están imponiendo Peña Nieto y
Mancera es una Constitución antidemocrática y centralizadora. Hace décadas
repudiamos con nuestro voto estos comportamientos políticos de las mafias
priistas. La reforma política que le quieren imponer a la ciudad es un
ejercicio violento, jurídica y políticamente mendaz. Por decreto es el Jefe de
gobierno el único que puede presentar el proyecto de Constitución y nadie la
puede objetar. ¿Han vuelto las camisas pardas hitlerianas para secuestrar
políticamente a todos los ciudadanos de nuestra ciudad? ¿Acaso no nos damos cuenta
que estos políticos mediocres le están entregando la llave de la ciudad de
México a los viejos caciques para destruir sus avances políticos y sus derechos
sociales logrados en un proceso esperanzadamente democrático?
¿Qué hacemos, mientras tanto, todos los
que con muchos esfuerzos y en un proceso largo y grandes movilizaciones ganamos
derechos sociales y políticos que en ninguna otra entidad se han conquistado? ¿En
dónde andan nuestros líderes de la izquierda no oficial ante este acto
regresivo y carente de constitucionalidad? ¿En dónde andamos los ciudadanos que
somos los directamente afectados por este atropello de Peña y de Mancera? Lo que vemos a simple vista es que la gente anda
buscando trabajo para comer, pero y los líderes que viven de nuestros
impuestos, ¿a qué se dedican? Andan perdidos en las disputas internas o en las tareas
de organización que hasta ahora nada organizan. Si esto es así, “cabe lo que
dijo el ex clásico de los Pinos: hay se
los haiga”
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