sábado, 28 de octubre de 2023

 

En recuerdo de mis padres y de las víctimas del huracán

Por JESÚS SOSA CASTRO

Mis padres campesinos me trajeron al mundo cuando ambos tenían 18 años. Ambos acostumbraban ponerles ofrendas a sus muertos. Un ritual que disfrutábamos. En los tiempos en lo que esto ocurría, el homenaje no era sólo religioso, representaba de manera natural, los profundos sentimientos que salían del corazón de aquellos que habían perdido a uno o varios de sus familiares. Hoy las flores de cempasúchil, el copal, las velas, el pan y varias expresiones costumbristas, tendrán que ponerse también en los altares de Acapulco y pueblos aledaños, porque en esos lugares sufrieron la muerte cerca de tres decenas de mujeres y hombres que nada le debían a un huracán. Con mis padres muertos y con las víctimas de OTIS estará una solemnidad especial y en el altar de nuestros corazones se les hará un homenaje a su vida, a su fe, a nuestra cultura y a las tradiciones de nuestros pueblos originarios

Recuerdo que los primeros años de mi vida los pasé disfrutando del campo, de mis padres campesinos, de mis hermanos, de la recia presencia de lo que nos daba la naturaleza. Siempre sentí que todos éramos un ato indestructible, sellado por la ausencia de los vicios y deformaciones que más tarde nos impuso otra cultura, viciada ésta por costumbres, ritos y acciones ajenas a nuestra idiosincrasia. Pero con el destrozo que hizo OTIS en Guerrero, ese ato familiar se convirtió en un mundo de gente que, a la cabeza del presidente y su equipo de gobierno, se hicieron presentes columnas de médicos, enfermeras, soldados, marinos, guardia nacional, Cruz Roja y personas de corazón y humanismo, para auxiliar a los damnificados por el huracán. A todo esto, la celebración del día de los muertos que resumen el encanto de la vida y la solidaridad con los que viven y los que sufren

Siempre he dicho que la pobreza no es sinónimo de infelicidad. Pero también en mis escritos, he dicho que en varios momentos vi llorar a mi madre porque no tenía nada para saciar el hambre de sus hijos. Solo después de haber cursado los primeros años en una escuela rural, empecé a darme cuenta de lo que pasaba, no solo con mis padres, sino con la mayoría de la gente del pueblo. Ahora entiendo que ha sido la lucha, la entereza y las culturas ancestrales los que han construido el andamiaje de un nuevo país donde el orgullo de pertenencia, la solidaridad y el humanismo, se están convirtiendo en los referentes fundamentales de nuestra nueva historia

A mis padres y a mis compatriotas guerrerenses y de todo el país, los abrazo con todo el corazón. Con toda humildad, les rindo un homenaje más en estos días de difuntos y de vivos. De frío, de huracanes y de muerte. Los que aún andamos por estas viñas del Señor, seguiremos abriendo los espacios para que el pueblo alcance sus derechos y sus libertades. Convoyes y miles de mujeres y hombres ya están llenando caminos y carreteras para auxiliar a los damnificas. Lamento que se hayan ido sin que supieran que los amábamos y  que, sin decírselos antes, compartimos sus penas, sus sufrimientos y sus contentos

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