jueves, 7 de marzo de 2024

 

¿A quién pertenecerá el futuro?

Por JESÚS SOSA CASTRO

En estos últimos años mucho se ha hablado de los viejos, de los que eufemísticamente nos llaman adultos mayores. No quiero decir que para el gobierno federal que entró en funciones el 1o de diciembre del 2018, no hable y se ocupe de los otros sectores: de los niños, jóvenes y adultos, de sus problemas, de sus sueños y de sus aspiraciones legítimas. Todos, cuales más o cuales menos, nunca un gobierno nos había puesto en el centro de sus políticas, de sus atenciones. Éramos, para decirlo de manera coloquial, los que sosteníamos el techo del edificio y los tatas mandones los que disfrutaban de él

Pero han ocurrido cosas interesantes en el transcurso de apenas una sextena de años. Muchos de los que traemos entre pecho y espalda un titipuchal de años, no habíamos sido objeto de alguna atención o reconocimiento por la entrega de nuestra vida en la construcción de un país que ahora empieza a ser el orgullo nacional. Propios y extraños reconocen los hechos de un gobierno que han sacado de la pobreza a más de cinco millones de compatriotas y a cerca de ocho millones de la desigualdad económica y social

Por lo breve de este texto no hablaré de los trenes, puertos, carreteras, presas, refinerías, coquizadoras, acueductos, aeropuertos, aviones, hospitales, escuelas. Tampoco diré más de los apoyos a niños, jóvenes, discapacitados, campesinos, madres solteras, pescadores, adultos mayores y de más obras y apoyos que el presidente López Obrador ha entregado y está por entregar al pueblo de México

En esta breve puntualización de mis ideas sólo quiero referirme a dos sectores: A los adultos mayores y a los niños. A partir del año pasado y lo que llevamos del 24, mis ojos dan testimonio de la felicidad que viven, vivimos, los viejos, los adultos mayores. Basta ir a las tiendas, a los centros comerciales, a las fondas, cocinas o restaurantes, para darse cuenta de la felicidad que brota en el rostro de quienes nunca se les dio el merecido apoyo y reconocimiento por su aporte al desarrollo y construcción del país. Si esta felicidad que se transpira en el rostro de este sector comprando sus enseres, sus medicinas, desayunando y comiendo en el lugar de su preferencia; si el por qué es explicado a los niños y a los jóvenes; si el pueblo le da el valor ético y moral que tiene su participación en la construcción del 2º piso de la 4t, entonces, esa felicidad y ese futuro estarán, por muchos años, en las venas, en el corazón y en el alma de las nuevas generaciones

   

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