viernes, 13 de septiembre de 2024

 

Yo no me despediré del presidente

Por JESÚS SOSA CASTRO

En estos larguísimos años, mis sueños de libertad y de justicia habían pasado de largo. Las pausas obligadas que hice en este extenso camino nunca tuvieron que ver con el cansancio o el extravío de mis ideales. A medida que caminaba, mis fuerzas físicas y mentales iban encontrando en otros compañeros de lucha, el espíritu indomable y las decididas acciones que mi origen campesino demandaba para sanar las largas noches de insomnio y de hambre que había pasado en las agrestes montañas de la sierra madre del sur

Mentiría si dijera que en mi vida sólo hubo miseria y soledad. Mi atropellada creencia de que mi origen influiría en mi formación de hombre luchador por la justicia y la libertad no resultó cierto. Mi orgullo y mi cultura política los alcancé del brazo de hombres libres y justicieros. Sus acciones y sus ejemplos moldearon mi carácter, templaron mi espíritu y me dieron las alas para aprender a volar. De todos ellos he hablado en demasía y no formarán parte de mis olvidos hasta que termine el ciclo de mi vida. Los recuerdos y las acciones de todos ellos son en estos tiempos de transformación un ejemplo sublime y heroico que alimentaron mi espíritu de lucha

Viví los tiempos de las luchas magisteriales, ferrocarrileras, campesinas y estudiantiles y abracé los liderazgos heroicos de quienes enfrentaban el poder sólo con la fuerza de las convicciones y la razón. Estreché la mano de mujeres y hombres que la historia los hizo grandes por las causas que defendían. Sus enseñanzas cuajaron en los intersticios de mi alma e hicieron de mí al hombre lleno de orgullo por ser todavía un viejo que lleva en el corazón los ejemplos, las virtudes y los hechos de aquellos que dieron su vida en busca de la justicia y la libertad

A décadas de vivir grandes experiencias, me estremecen las acciones y las causas de un pueblo que pasea con ufanía su rebeldía y sus acciones ante las injusticias, los privilegios y la corrupción contra aquellos que vivieron a cuenta de su hambre y de su sufrimiento. El grito multitudinario de “Es un honor luchar con Obrador” es apenas la síntesis de todos los sentimientos que brotan del alma de la inmensa mayoría de los mexicanos. Cuando en las redes, en las calles, en los muros y en la mente del pueblo se inscriben las palabras de “Hasta siempre presidente” yo me revelo porque en mi persona Andrés Manuel nunca se irá de mi corazón

He dicho que dos veces solamente pude estrecharle la mano en plan de compañeros de lucha. Él no me recordará. Millones y millones de mujeres y hombres lo han abrazado y le han gritado los sentires de cariño hacia el hombre, el gobernante y el estadista. Pero junto a esos millones de personas que lo extrañarán como presidente de la república, yo llevaré su nombre y su memoria eternamente en mi alma y en mi corazón

 

 

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