Un paso
adelante, dos pasos atrás
Por JESUS
SOSA CASTRO
Haber creado Morena ha sido el mejor acierto
de la izquierda que encabeza López Obrador. El rompimiento con el PRD, devino
por el oportunismo de sus dirigentes y del abandono de los principios programáticos
que le dieron origen. En su camino, ese partido tranzó con el gobierno y pronto
se metió a la cuna donde yacen, desde hace 85 años, las política entreguistas,
corruptas y antipatrióticas de ese partido. Cuando el 2 de octubre del 2011
aparece el nombre de Morena como Asociación Civil, los millones de mujeres y
hombres que esperábamos que el PRD fuera el espacio natural para luchar por un
cambio en el país, volteamos la mirada hacia el Movimiento Regeneración Nacional
como la alternativa que no supo ser el Partido de la Revolución Democrática
Ahora que Morena ya es una organización con
registro, ganado paso a paso con la participación y el trabajo de miles de
ciudadanos esperanzados en el cambio, muchos mexicanos no vemos bien que estén
sobreponiéndose a las legítimas esperanzas de cambio en el país, varios hechos
que necesitamos corregir para ser realmente la esperanza de México. Estos hechos
están estorbando la credibilidad
política del partido. Algunos grupos corporativos siguen haciendo de las suyas
y los órganos de dirección no actúan para impedirlo. A los que queremos hacer
política tomando en cuenta a la gente, nos critican diciendo que el trabajo
horizontal no es el adecuado. El clientelismo político y los grupos de poder se
están montando en las decisiones que corresponden a la militancia, haciendo que
crezca la irritación por no abrirle la puerta a su participación democrática
Si bien es verdad que en la gran mayoría ha
resultado un acierto hacer responsables de las tareas a militantes con
trayectoria política, también es verdad que algunos de ellos se han rodeado de incondicionales
indeseables, pasando por alto los derechos y el trabajo de los verdaderos militantes. En torno a esos llamados enlaces o
defensores de la soberanía nacional, no están los miembros destacados de los Comités
territoriales, de los líderes de pueblos, colonias o Delegaciones. Los que sí
están, son los que han sido bendecidos por los de arriba, son aquellos que
están pegados a los órganos de decisión sin importar que no representen a nadie
o tengan cola que les pisen
En el afán de dar la impresión de que todo
marcha bien al interior de Morena, las protestas y los señalamientos críticos a
las formas antidemocráticas que imponen algunos directivos son permanentemente
desoídos. El Partido, escribía Lenin en su libro Un paso adelante dos pasos
atrás, “No debe ser una suma aritmética de individuos, sino un complejo de
organizaciones que acoja a aquellos que admitan, por lo menos, un grado mínimo
de organización, de trabajo y de decencia” En Morena, la mayor debilidad está
en el campo de la organización y en el ejercicio de la democracia. La mayoría
de las decisiones importantes vienen
desde arriba. La base sólo cumple tareas que se acuerdan en las alturas.
Los que hablamos de NUESTRO partido, somos la peonada, los dueños son los que
deciden
Hacer caso omiso o mirar con desdén las
inconformidades que hay en Morena, no sólo va en contra de lo que el pueblo le
está exigiendo a este partido. Algunos dirigentes no perciben que hoy tenemos
una sociedad que no se le puede dorar la píldora diciéndole una cosa y en la
práctica estar haciendo otra. La capacidad corruptora del poder es tal, que no
se puede promover a cualquier persona que no haya pasado por la prueba del “ácido”
Varios de los “promovidos” construyeron su práctica política en las esferas del
clientelismo electoral, el corporativismo y la corrupción. Las evidencias están
en lo que pasa en el PRD y en el resto de los partidos sistémicos. Por
hacerse del poder, perdieron ideales,
apoyos y bases. La corrupción empieza por abandonar a los ciudadanos de a pie y
termina por convertir a los grupos de poder en lo que Andrés Manuel llama los
meros machuchones
El partido por el que muchos trabajamos debe
ser un partido que sirva a los intereses de la nación y de su gente. Un partido
con prácticas democráticas, con políticas que le den fortaleza y credibilidad.
Que sus militantes y el pueblo sientan orgullo de participar o apoyar sus
proyectos políticos y programáticos. Que no tenga que avergonzarse por promover
primero y criticar después, a personas que no merecen la confianza ni el voto
de los ciudadanos. Lo que hoy está a prueba, es la capacidad de los órganos de
dirección para no irse con la inercia de llevar a puestos de representación popular
a personas que no tienen crédito político y sí una gruesa cola que les pisen
Para no arrepentirnos después, debemos corregir
esas prácticas indebidas. Estamos a tiempo de dar los pasos que la sociedad
quiere que demos para que no nos miren como a los otros partidos. Morena debe
multiplicar y consolidar los lazos con las masas de millones de mujeres y
hombres, con los obreros, campesinos y con los jóvenes. Tener un proyecto claro
de transformación social y una amplia participación política al lado de las
luchas populares. Si queremos que Morena sea un partido fuerte, respetable y
respetado, tenemos que empezar por acercar las opiniones y decisiones de la
militancia con las decisiones y opiniones de los dirigentes
Si hablamos de NUESTRO partido, entendemos
que todo lo deciden el Partido, sus militantes.
Cuando todo se decide arriba,
ocurre lo que hoy está pasando en el PRD. Su base no tiene vida orgánica y sus
burócratas no tienen bases de apoyo.
Todo se cotiza, se vende o se compra. Esto es lo que propicia el clientelismo,
la corrupción y el oportunismo. Morena no será eso si desde hoy ponemos manos a
la obra. Que las decisiones y las propuestas para representantes populares, no
formen parte de las cuotas o de los favores que hay que pagar. Que todo esté en
correspondencia con el partido NUEVO que queremos. No caigamos en las prácticas
que a muchos nos hicieron salir del PRD. Ojalá no repitamos aquello de lo que
hablaba Lenin: Dar un paso adelante para luego dar dos pasos atrás
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