miércoles, 8 de abril de 2015

Los libradores de la lucha
Por JESÚS SOSA CASTRO
Sin mucho entusiasmo han empezado  las campañas electorales. Los partidos políticos no conmueven a los electores porque su discurso es frívolo, fofo y tradicional. Los candidatos a los puestos de representación popular, en su mayoría, los arropa un manto de indigencia política, de rutina y de ignorancia. Como nunca, la caballada se dobla de flaca. Los partidos han dejado de ser los principales protagonistas de la lucha en defensa de los intereses del pueblo. Hoy son importantes sectores populares los que están tomando la iniciativa para defenderlos. A la vista de la gente, son estas fuerzas las que marcan los tiempos políticos fundamentales
La impresión que hay en la sociedad consiste en que pocos líderes y pensadores se están dando cuenta que en el país surgen fuerzas nuevas que se incorporan a la lucha. Estas fuerzas se forman de un sector del proletariado moderno, de aquellos obreros que están sufriendo la crisis económica, de los que vienen de las fábricas dinámicas con alta concentración de capital, de los afectados por las políticas transnacionales, de los sectores con problemas poblacionales, ecológicos, de la salud, indígenas, de género, desempleados y de otros. ¡Estos son los libradores de las luchas actuales!
En este período de transición, hemos sido testigos y víctimas de barruntos de crisis políticas. Se fortaleció el adelgazamiento del papel del Estado, se desmanteló el sector económico y se redujo drásticamente su función comunal. De suyo autoritario, el Estado mexicano fue dejando al desnudo su carácter represor y sin vergüenza alguna, se quitó las hojas de parra que cubrían su “política social” Ha multiplicado la producción de leyes y reglamentos que garantizan el status legal para proteger los intereses de la iniciativa privada y de las transnacionales. Ha ensanchado su rol policiaco militar y se ha convertido en el gran expropiador de los medios de reproducción de los trabajadores
De esta manera, el Estado se ha vuelto menos consensual y más restrictivo, debilitando crecientemente la legitimidad de las instituciones otrora decisivas en el mantenimiento del régimen político. Lo que se denominaba la “familia revolucionaria” ha sido mellada fuertemente, mientras crece el proceso de polarización en la vida nacional. Sin embargo, hoy por hoy, ese régimen en el que han convivido magistralmente la política social mediatizadora y una política represora selectiva, no han sido cuestionadas a fondo por ninguno de los partidos de la oposición. La disputa principal proviene de sectores populares de nuevo tipo que puede llevar a una situación prerrevolucionaria en la que los partidos quedarán rebasados
Es evidente que aquellos partidos y candidatos que se conducen con sus viejos discursos y con la elemental rutina mostrada hasta ahora, no serán la alternativa que aliente la participación electoral de los ciudadanos. El hartazgo que vive nuestra sociedad no sólo tiene que ver con el castramiento ideológico y político sino con la siembra de la vieja tesis de que no hay nada qué hacer frente a la fuerza preponderante de las mafias del poder. Sin duda, en esta locura que estamos viviendo, mucha responsabilidad tienen los partidos  políticos de izquierda que no han sabido estar a la altura de las exigencias del pueblo
Grandes multitudes de oprimidos, de explotados y excluidos en nuestro país, han entrado a un proceso agudo y creciente de pérdida del trabajo y en sus condiciones de existencia. Los únicos que disfrutan de la seguridad y de los privilegios, son los que están alrededor de los personeros del imperio. Si los candidatos de Morena, si el Partido, no ponen sobre blanco y negro lo sustancial de los nuevos fenómenos que dan vida a la sociedad, si no hacen una caracterización correcta de la encrucijada en que se encuentra el país; no serán estos candidatos ni su partido los que capten los votos necesarios para convertirse en los referentes obligados en las luchas por venir
El nuevo período de encrucijada ha ido conformando una crisis social enorme. Todo se expresa en una falta total de expectativas y satisfacciones populares. El capital ha hundido a las masas populares en una situación de enorme miseria, desempleo, carestía, desatención educativa, salud, vivienda y violencia. Por eso se ha producido una ruptura del consenso social que la burguesía había logrado y por lo cual, millones de mexicanos participan crecientemente en movilizaciones de protesta a lo largo y ancho del país

Estamos ante la posibilidad de que las resistencias populares crezcan y sus demandas sectoriales empiecen a convertirse en acciones de lucha contraviniendo al régimen político. La burguesía ya no pudo, ni puede, ni podrá soslayar el requerimiento histórico de un nuevo proyecto de sociedad. El suyo ha sucumbido y no tiene visos de superar el naufragio. Ante esto, es la izquierda la que está llamada a conocer, aprehender, explicar e interpretar la realidad. Dotar al pueblo de formas organizativas eficaces para que su lucha se despliegue al máximo y se convierta en una fuerza dirigente y conductora de estos requerimientos políticos. ¡Sin esto, la izquierda no institucional será una fuerza más del montón!

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