Los libradores de la lucha
Por JESÚS SOSA CASTRO
Sin mucho entusiasmo
han empezado las campañas electorales.
Los partidos políticos no conmueven a los electores porque su discurso es
frívolo, fofo y tradicional. Los candidatos a los puestos de representación popular,
en su mayoría, los arropa un manto de indigencia política, de rutina y de
ignorancia. Como nunca, la caballada se dobla de flaca. Los partidos han dejado
de ser los principales protagonistas de la lucha en defensa de los intereses del
pueblo. Hoy son importantes sectores populares los que están tomando la
iniciativa para defenderlos. A la vista de la gente, son estas fuerzas las que
marcan los tiempos políticos fundamentales
La impresión que hay en
la sociedad consiste en que pocos líderes y pensadores se están dando cuenta
que en el país surgen fuerzas nuevas que se incorporan a la lucha. Estas
fuerzas se forman de un sector del proletariado moderno, de aquellos obreros
que están sufriendo la crisis económica, de los que vienen de las fábricas
dinámicas con alta concentración de capital, de los afectados por las políticas
transnacionales, de los sectores con problemas poblacionales, ecológicos, de la
salud, indígenas, de género, desempleados y de otros. ¡Estos son los libradores
de las luchas actuales!
En este período de
transición, hemos sido testigos y víctimas de barruntos de crisis políticas. Se
fortaleció el adelgazamiento del papel del Estado, se desmanteló el sector
económico y se redujo drásticamente su función comunal. De suyo autoritario, el
Estado mexicano fue dejando al desnudo su carácter represor y sin vergüenza
alguna, se quitó las hojas de parra que cubrían su “política social” Ha
multiplicado la producción de leyes y reglamentos que garantizan el status
legal para proteger los intereses de la iniciativa privada y de las
transnacionales. Ha ensanchado su rol policiaco militar y se ha convertido en
el gran expropiador de los medios de reproducción de los trabajadores
De esta manera, el
Estado se ha vuelto menos consensual y más restrictivo, debilitando
crecientemente la legitimidad de las instituciones otrora decisivas en el mantenimiento
del régimen político. Lo que se denominaba la “familia revolucionaria” ha sido
mellada fuertemente, mientras crece el proceso de polarización en la vida
nacional. Sin embargo, hoy por hoy, ese régimen en el que han convivido
magistralmente la política social mediatizadora y una política represora
selectiva, no han sido cuestionadas a fondo por ninguno de los partidos de la
oposición. La disputa principal proviene de sectores populares de nuevo tipo
que puede llevar a una situación prerrevolucionaria en la que los partidos
quedarán rebasados
Es evidente que
aquellos partidos y candidatos que se conducen con sus viejos discursos y con
la elemental rutina mostrada hasta ahora, no serán la alternativa que aliente
la participación electoral de los ciudadanos. El hartazgo que vive nuestra
sociedad no sólo tiene que ver con el castramiento ideológico y político sino
con la siembra de la vieja tesis de que no hay nada qué hacer frente a la
fuerza preponderante de las mafias del poder. Sin duda, en esta locura que
estamos viviendo, mucha responsabilidad tienen los partidos políticos de izquierda que no han sabido
estar a la altura de las exigencias del pueblo
Grandes multitudes de
oprimidos, de explotados y excluidos en nuestro país, han entrado a un proceso
agudo y creciente de pérdida del trabajo y en sus condiciones de existencia.
Los únicos que disfrutan de la seguridad y de los privilegios, son los que
están alrededor de los personeros del imperio. Si los candidatos de Morena, si
el Partido, no ponen sobre blanco y negro lo sustancial de los nuevos fenómenos
que dan vida a la sociedad, si no hacen una caracterización correcta de la
encrucijada en que se encuentra el país; no serán estos candidatos ni su
partido los que capten los votos necesarios para convertirse en los referentes
obligados en las luchas por venir
El nuevo período de
encrucijada ha ido conformando una crisis social enorme. Todo se expresa en una
falta total de expectativas y satisfacciones populares. El capital ha hundido a
las masas populares en una situación de enorme miseria, desempleo, carestía, desatención
educativa, salud, vivienda y violencia. Por eso se ha producido una ruptura del
consenso social que la burguesía había logrado y por lo cual, millones de
mexicanos participan crecientemente en movilizaciones de protesta a lo largo y
ancho del país
Estamos ante la
posibilidad de que las resistencias populares crezcan y sus demandas
sectoriales empiecen a convertirse en acciones de lucha contraviniendo al
régimen político. La burguesía ya no pudo, ni puede, ni podrá soslayar el
requerimiento histórico de un nuevo proyecto de sociedad. El suyo ha sucumbido
y no tiene visos de superar el naufragio. Ante esto, es la izquierda la que
está llamada a conocer, aprehender, explicar e interpretar la realidad. Dotar
al pueblo de formas organizativas eficaces para que su lucha se despliegue al
máximo y se convierta en una fuerza dirigente y conductora de estos
requerimientos políticos. ¡Sin esto, la izquierda no institucional será una
fuerza más del montón!
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