Los políticos y la vela perpetua
Por JESÚS SOSA CASTRO
El domingo 21 de febrero cinco compañeros de mi Colonia nos
fuimos al tianguis que se pone en Basilio Romo Anguiano esquina con Roberto Gayol en la Col.
Guadalupe Tepeyac, Delegación GAM, a repartir dos volantes. Uno exigiendo la
cancelación del Reglamento de Tránsito y el otro sobre la Asamblea
Constituyente. En ambos materiales denunciamos la grotesca intervención de
MAM-EPN. Nos instalamos en la acera que está frente a la Iglesia de la Pasión y
desde allí repartíamos nuestros papeles y hablábamos con la gente. Mientras las
personas comían, compraban o entraban a misa, aprovechaba los minutos para
releer el libro de Ignacio Solares “El Jefe Máximo”
Pues bien, en este libro se dice que el “Jefe” Plutarco Elías
Calles en sus delirios espiritistas le daba por hablar con el Padre Agustín Pro
sobre asuntos mundanos y religiosos. Naturalmente que este caudillo no se andaba
con pequeñeces, le gustaba usar el poder a costa de lo que fuera. Tanto que
justo por lo que este cura representaba y hacía, Calles lo mandó fusilar el 23
de noviembre de 1927. Don Plutarco era un político inteligente pero también un
hombre de mano pesada, un asesino sin moral. A sus enemigos políticos los
mandaba liquidar sin mayores miramientos. Mandó matar al Ing. Vilchis que había
atentado contra Obregón, a León Toral, al padre Agustín Pro y al manco de
Celaya, para ese entonces, presidente electo de México
Según Ignacio Solares, en una de esas noches de ocultismo
espiritista, participaban Gutierre Tibón, Miguel Alemán, Ramón Beteta, Ezequiel
Padilla, Félix Palavicini, Carlos María
Heredia, José Juan Tablada y Jaime Torres Bodet. El tema eran los asuntos
religiosos y su principal oponente el padre Agustín Pro. Discutían sobre el conflicto
entre la iglesia y el Estado. Le sostenía al padrecito que ese problema viene desde la época de la Edad
Media y se da en todos los países que han intentado progresar “No sólo es la
disputa entre el poder secular y el espiritual, entre la razón y la sinrazón. Es,
a fin de cuentas, afirmaba el Gral, una manifestación más del encuentro eterno
entre la luz y las tinieblas”
Todo esto viene a cuento por el papelazo que hicieron los
políticos mexicanos con la reciente visita del papa Bergoglio. En pleno siglo
XXI vivimos las reminiscencias de esa vieja cultura clerical. Parte de ese
comportamiento aún se expresa en la conducta de algunos miembros de la tercera
edad, que los domingos van a misa a la Iglesia de la Pasión. A pesar de nuestro
comportamiento civilizado y de que no estábamos hablando mal de la iglesia o de
sus feligreses, estos devotos de Cristo nos veían como si enfrente tuvieran al
mismísimo Satanás. Cuando leían los textos de nuestros volantes y les
explicábamos el contenido de las políticas de Mancera y de Peña Nieto, varias señoras
hacían la señal de la cruz como lo hacía doña Eme, aquel viejo personaje de La
vela perpetua: “Ni lo mande el Señor que yo los apoye -nos dijo- ustedes
parecen ser los enemigos de Dios”
Oídas estas expresiones en las que evidentemente estaban
presentes la ignorancia y el fanatismo clerical, que no religioso, me llevaron
de inmediato a las palabras que yo había leído minutos antes de producido el
encuentro con esta santa señora. Ignacio Solares puso al descubierto la actitud
de este sector social aún existente, y por eso la historia contemporánea reproduce
esa tenebrosa reflexión. Plutarco Elías
Calles no estaba equivocado. La parte clerical de la iglesia está siendo
retroalimentada con todas las de la ley. Todo esto lo vimos con motivo de la
reciente vista del papa Francisco
Este fenómeno sociocultural ha estado presente en todas las
épocas. De esto se han valido los gobiernos autoritarios y los dictadores para adormecer
y mantener sometida a la sociedad. En estos regímenes, mezclar la política con
las cuestiones religiosas siempre ha sido una forma de acrecentar el control y
el poder de estas instituciones. Ambas se autoprotegen y se autorregulan para
hacer de la política y de la fe, dos instrumentos que siempre juegan al lado
del poder
¡Tenemos que remontar estos hechos! Estamos obligados a sembrar
una cultura donde prevalezcan los valores éticos, morales y auténticamente humanos.
Si El Jefe Máximo, creador del PRI de antes y de hoy, demeritó la política
afirmando que ésta ha sido siempre una “cloaca” nosotros, los de Rumbo
Proletario y la inteligencia que anda por allí, tenemos que demostrar que esta
actividad es un ejercicio ciudadano lleno de dignidad cuando se pone al
servicio del pueblo. El proyecto partidista por el que trabajamos, será un
instrumento del ciudadano. Prohijará la cultura popular, desarrollará una forma
distinta de relacionarse con la gente y acabará con la inequidad, la corrupción
y la injusticia que hoy padece nuestro pueblo. Los mafiosos, los autoritarios y
todos los entes a su servicio, no serán lo suficientemente fuertes ni poderosos
para impedir la recuperación del país. ¡Para decirlo con claridad! Pronto millones
de personas estaremos en todas partes exigiendo derechos y trabajando con todas
las resistencias populares para derrocar a los parásitos que gobiernan el país
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