Aunque la mona se vista
de seda, mona se queda
Por JESUS SOSA CASTRO
El martes 2 de agosto
del año en curso, el periódico Excélsior dio a conocer dos versiones distintas
sobre el personaje que ahora aspira a ser candidato a la Presidencia de la
República “Ni yo ni el PCD somos de izquierda”, afirmó Ebrard en una carta enviada
el 14 de marzo de 2000 a Andrés Manuel López Obrador, en ese entonces candidato
perredista al gobierno capitalino” Hoy 11 años después, en declaraciones al
mismo periódico, critica a quienes lo acusan de no ser un político de esta
tendencia y aseguró que “soy militante del PRD y de las ideas de izquierda”
Marcelo asegura que lo que define a un político es su trabajo y agrega: “Los
gobiernos se evalúan no tanto por la etiqueta originaria, sino por los
resultados” Si esto es así, entonces vamos viendo de qué lado masca la iguana.
Marcelo como Jefe de
Gobierno mantuvo los programas sociales de AMLO y esto no está mal. El colmo
hubiera sido eliminarlos o acotarlos como quiso hacerlo convirtiendo en
prestaciones sociales, lo que por ley, se da como pensión alimentaria a los
adultos mayores. En contra de este intento, hay que anotarle a favor de
Marcelo, la aprobación de le Ley del aborto, la Sociedad de Convivencia y el
derecho de vivir en pareja y de adopción, por parte de las parejas
homosexuales. Estos hechos son harto trascendentes.
La otra cara del
ejercicio gubernamental de Marcelo no es solo su alejamiento de sus electores,
sino la forma de cómo los ha tratado. Un resumen apretado indica que el Jefe de
gobierno no le gusta consultar a la gente. Hace uso de su autoritarismo para
imponer a los citadinos la construcción de la Súper Vía Poniente. Concesionó la
construcción y el derecho de peaje por treinta años a la empresa española OHL,
olvidándose de los ciudadanos que pagamos impuestos para transitar libremente
por nuestras calles y carreteras; entregó a TV Azteca terrenos que pertenecían
no al gobierno sino a la ciudad, para que construyera en Azcapotzalco un enorme
centro de espectáculos; en la Col. del Valle le había regalado una calle a
Televisa, aunque después reculó; ha implementado un operativo policiaco que
afecta los derechos constitucionales de libre tránsito convirtiendo al DF en un
entorno policíaco y la violencia no ha disminuido sino que se ha incrementado.
Junto con la Asamblea de Representantes hizo una Ley de Participación Ciudadana
que resultó un elefante blanco, un engaño a la democracia, la cual a diez meses
de haberse aprobado no ha servido para resolver ningún problema importante para
ocupar el llamado presupuesto participativo. La burocracia y la politiquería de
Delegados y Gobierno Central, dieron al traste con un proyecto democrático que
sólo se desacreditó ante los ciudadanos. Como nunca, la ciudad vive una
corrupción descomunal, ningún trámite marcha si no se cae uno con la mordida;
un día sí y otro también, regiones y colonias enteras no tienen luz por horas y
por días, la ciudad está insufrible y llena de baches; se están contraviniendo
los programas educativos que le dieron vida a la UACM y se toleran las
políticas y conductas de una rectora autoritaria e incompetente que está
destruyendo a esta Universidad. Y para colmo, es una verdadera vergüenza que
los legisladores chuchos se unifiquen con la derecha prianista para imponer una
Ley de Seguridad Nacional con elementos fascistas que, como siempre, afectarán
los derechos de las organizaciones sociales y el derecho constitucional de
manifestación y de la libre expresión de las ideas.
Ahora bien. Marcelo
Ebrard fue electo jefe de Gobierno porque lo propuso un líder claramente de
izquierda. Los que votaron por él lo hicieron en ese entendido. Pero si hoy, el
que quiere ser candidato de las izquierdas en lugar de atender los reclamos de
sus electores se la pasa soñando en aliarse con la derecha panista, limpiarle
el rostro a un gobierno inútil que tiene resquebrajado al país, que tiene como
jefes de campaña a los traidores y desacreditados chuchos, que le anda haciendo
ojitos y galletas a Televisa, que le gusta moverse en las revistas del corazón
compitiendo con los bonitos del sistema; entonces uno se pregunta, ¿es válido
que para engañar al pueblo, se juegue a las caricaturas demócratas, hacerse
pasar como un hombre de izquierda cuando sus asesores, su conducta política,
sus apoyadores arrastran una cola enorme de ilícitos como Amalia García y
Chucho Ortega, una en Zacatecas y el otro con las finanzas del PRD y sus
traiciones contra AMLO? No señores. No es ese el mejor camino para lograr
credibilidad, apoyo y respeto ante la gente. Disfrazarse de “demócratas de izquierda” cuando sus actos
son de derecha, es un engaño y un insulto a la inteligencia de todos. Los
camachuchos, y lo digo con respeto, ya no son opción política ni en la
izquierda ni en la derecha. El que traiciona una vez puede traicionar siempre.
Es tal su desprestigio, que aunque cambien de nombre y traten de abanderar las
causas del pueblo, ya no son sujetos de crédito político. Lo que hacen y lo que
dicen está marcado por la desconfianza, la deslealtad y la traición. El caso de
la falta de apoyo a Encinas en el Estado de México, fue la evidencia de que una
cosa es lo que dicen y otra la que hacen. Por eso sus actitudes y sus
propuestas no calan en la gente. Ya los conoce. No son factor para sumar, sino
para restar. Por eso muchos decimos “Aunque la mona la vistan de seda, mona se
queda” ¡No dan para más!
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