jueves, 5 de junio de 2014

Doctor Miguel López Olivas
Por JESUS SOSA CASTRO                                    
Querido amigo
Hace unos días recibí una invitación tuya para platicar y tomarnos unos tragos el sábado 28 de abril. Te dije que sí y seguramente allí estaré un rato. Estás enterado de cuáles son mis prisas y por respeto a ti, no quisiera dejarte la impresión de que he perdido interés en la cercanía con un amigo como tú. Al contrario, mucho de lo que me ha enseñado la vida, tiene su origen en esos raros momentos en que se juntan las coincidencias y las llamas de la cultura y la amistad.
Te debía unas palabras, un renovado encuentro con nuestras afinidades culturales, históricas, políticas. Por razones harto conocidas, dejé de darle continuidad a nuestros intercambios epistolares sobre las cosas. Sobre las andanzas por la vida que mucho nos han enseñado.
Hoy tuve un tiempo de reposo en mis actividades y me dispuse a escribirte estas líneas porque pudiera darse el caso de que al final, no pueda estar en tu casa atendiendo a la invitación que me has hecho. Y no haberte ofrecido disculpas no es de aceptarse entre amigos. Si algo fuera de lo común se atravesara de aquí al sábado, quisiera que lo comunicaras a nuestros demás amigos que seguro estarán en la reunión cumpliendo con la solicitud del Consejo y de tu amable invitación
El sábado y el domingo tenemos, muchos ciudadanos, algunas tareas que atender. Deseaba irme a Oaxtepec para ver el mundo de otra manera. De cuando en cuando hace falta ver flores, jardines y amigos. Todos componentes indispensables para entender la razón de la vida. Sin embargo, Doctor, a  veces estas cosas tan naturales, tan necesarias y tan vitales, nos las va negando la vida porque el tiempo nos hizo viejos sin haber disfrutado de otras cuestiones que tienen que ver con el amor, la pasión, la vida.
Espero tu comprensión Miguel. Voy hacer hasta lo imposible por estar en la junta y en tu  casa. Si no lo lograra, apelo a ti en demanda de entendimiento. Espero que las cosas en las que trabajo al lado de otras muchas personas, cambien para bien del país y de su gente.  Si eso no ocurre, tendremos tiempo de sobra para lamentarnos de no haber dado todo para mejorar nuestra situación de manera definitiva. Habremos perdido la posibilidad de vivir nuestros días como lo merecemos. Si puedo desprenderme de mis tareas del sábado en la ciudad de México, me daré la escapada más deseada que he tenido desde hace muchos meses. Me hace falta descansar un poco y por lo menos, un día volverme a ligar a un espacio que me fue tan querido.
Te mando un fuerte abrazo


                                    

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