miércoles, 26 de noviembre de 2014

La caldera de la otra revolución…
Por JESUS SOSA CASTRO
La gran marcha de mexicanos del 20 de noviembre, hace de Ayotzinapa el crisol de todos los reclamos insatisfechos. Es la expresión de los corajes que el pueblo ha tenido que tragarse de manera recurrente por muchas centurias. Es la caldera que contiene casi toda la energía que el pueblo ha acumulado por siglos y que ya empieza a reventar. Los miles y miles de ciudadanos que acompañamos la exigencia de que aparezcan con vida los 43 estudiantes desaparecidos por el Estado, expresan la decisión del pueblo mexicano de ya no permitir más impunidad. Ha decidido enfrentar al Estado en sus políticas de muerte y su modernismo criminal
El ¡YA BASTA! que cimbraba el asfalto de las calles de México y de otras partes del mundo, es resultado del encabronamiento histórico de este pueblo que ha soportado agravios y humillaciones sin fin. Por centenas de miles decidió salir a las calles porque es en ellas donde se está fraguando su unidad y donde a contrapelo de lo que quisieran sus adversarios, se están tensando los resortes que harán posible el resurgimiento de una nueva vida nacional  
Mostrado el músculo de los que hemos venido saliendo a las  calles exigiendo justicia, no podemos  simplificar las cosas diciendo que el triunfo ya lo tenemos en las manos. Testigos fuimos de que antes y durante la marcha, el poder hizo todo para acabar con la justa indignación de los ciudadanos que se han pronunciado contra este régimen ineficiente y corrupto. El peñismo enseñó los dientes y amenaza con aplicar la represión al viejo estilo priista: Asesinando, desapareciendo y encarcelando a la gente. El miedo que se atribuía a los ciudadanos ante las amenazas del gobierno, sólo quedó en un efecto de espejo donde el señor de los Pinos vio sus propios temores ante el despertar de la conciencia de  millones de mexicanos
Justo por eso, la lucha tiene que mejorar su organización y seguir consensando los pasos a seguir para alcanzar nuestros objetivos. Cuidar el crecimiento y la consolidación de la lucha es algo indispensable. Nadie debe hacer nada que implique el ahogamiento de un esfuerzo que nos ha costado muertos, desaparecidos y muchos sufrimientos. Las frases altisonantes y el enfrentamiento de los encapuchados con las fuerzas públicas, no debieran ser nuestros instrumentos para expresar nuestra rabia contenida. Aparentar ser radicales sólo sirve a nuestros adversarios. La lucha nuestra es contra el sistema. ¡Vayamos por él!
Peña Nieto está haciendo grandes esfuerzos por quitarle al pueblo su embrionario filo anti régimen, anti sistema. Quiere convertir al movimiento en una protesta disminuida y pasajera. Con pretensiones perversas afirma que se quiere desestabilizar el país. Los desestabilizadores, son los que mantienen al pueblo en el límite de la miseria, los que se han impuesto en los órganos de poder, los corruptos, los traidores a la Patria. Los tambores de guerra de Peña Nieto quiere blandirlos contra las protestas. Pero a esas amenazas, hay que responder con la masificación de la lucha, con su articulación en todas sus acciones, deslindarnos de los actos falsamente radicales, apartarnos de los entreguistas que siempre aparecen y emprender una amplísima información nacional e internacional de los porqués de nuestras acciones
Vistas así las cosas, exigir la renuncia de Peña Nieto no es un capricho de la oposición. Es una demanda que nace a resultas de su incapacidad para gobernar. El país es un polvorín, la economía del país está paralizada, los narcos están en todas las esferas del gobierno, los jóvenes son las víctimas de las políticas depredadoras impuestas, se han criminalizado las protestas sociales y no hay paz en el país. Lo más grave de todo es que ha cometido un crimen de lesa humanidad asesinando a mansalva a seis personas en Iguala y desaparecido de manera forzada a 43 estudiantes de Ayotzinapa. México es una gran fosa común donde reposan miles de mexicanos sin nombre
La defenestración, enjuiciamiento y castigo a los delincuentes menores aprehendidos o depuestos por la presión de la gente, no es la respuesta que el pueblo demanda. El planteamiento de Hugues Portelli en su obra Gramsci y el bloque histórico, señala que “no existe sistema social donde el consenso sirva de única base de la hegemonía, ni Estado donde un mismo grupo social pueda mantener duraderamente su dominación a base de pura coerción” También las clases dominantes “responden a las clases populares aceptando cierta parte de las exigencias de abajo lo que conduce a las revoluciones pasivas”  

Y aunque en México las protestas sociales se han dado en medio de la violencia provocada por el sistema, no vamos hoy a dilucidar si vivimos algo parecido a lo que plantean Gramsci y Portelli. Lo que hoy urge es que aparezcan con vida los 43 estudiantes desaparecidos y que renuncie Peña Nieto y todo su gabinete.   Es tanto el hartazgo y la pudrición que vive el país, que no será fácil atajar la victoria de este pueblo en rebeldía  

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