La caldera de la otra revolución…
Por JESUS SOSA CASTRO
La gran marcha de
mexicanos del 20 de noviembre, hace de Ayotzinapa el crisol de todos los
reclamos insatisfechos. Es la expresión de los corajes que el pueblo ha tenido
que tragarse de manera recurrente por muchas centurias. Es la caldera que
contiene casi toda la energía que el pueblo ha acumulado por siglos y que ya
empieza a reventar. Los miles y miles de ciudadanos que acompañamos la
exigencia de que aparezcan con vida los 43 estudiantes desaparecidos por el
Estado, expresan la decisión del pueblo mexicano de ya no permitir más
impunidad. Ha decidido enfrentar al Estado en sus políticas de muerte y su
modernismo criminal
El ¡YA BASTA! que
cimbraba el asfalto de las calles de México y de otras partes del mundo, es resultado
del encabronamiento histórico de este pueblo que ha soportado agravios y
humillaciones sin fin. Por centenas de miles decidió salir a las calles porque
es en ellas donde se está fraguando su unidad y donde a contrapelo de lo que quisieran
sus adversarios, se están tensando los resortes que harán posible el
resurgimiento de una nueva vida nacional
Mostrado el músculo de
los que hemos venido saliendo a las
calles exigiendo justicia, no podemos simplificar las cosas diciendo que el triunfo
ya lo tenemos en las manos. Testigos fuimos de que antes y durante la marcha, el
poder hizo todo para acabar con la justa indignación de los ciudadanos que se
han pronunciado contra este régimen ineficiente y corrupto. El peñismo enseñó
los dientes y amenaza con aplicar la represión al viejo estilo priista:
Asesinando, desapareciendo y encarcelando a la gente. El miedo que se atribuía
a los ciudadanos ante las amenazas del gobierno, sólo quedó en un efecto de
espejo donde el señor de los Pinos vio sus propios temores ante el despertar de
la conciencia de millones de mexicanos
Justo por eso, la lucha
tiene que mejorar su organización y seguir consensando los pasos a seguir para
alcanzar nuestros objetivos. Cuidar el crecimiento y la consolidación de la
lucha es algo indispensable. Nadie debe hacer nada que implique el ahogamiento
de un esfuerzo que nos ha costado muertos, desaparecidos y muchos sufrimientos.
Las frases altisonantes y el enfrentamiento de los encapuchados con las fuerzas
públicas, no debieran ser nuestros instrumentos para expresar nuestra rabia
contenida. Aparentar ser radicales sólo sirve a nuestros adversarios. La lucha
nuestra es contra el sistema. ¡Vayamos por él!
Peña Nieto está
haciendo grandes esfuerzos por quitarle al pueblo su embrionario filo anti
régimen, anti sistema. Quiere convertir al movimiento en una protesta disminuida
y pasajera. Con pretensiones perversas afirma que se quiere desestabilizar el
país. Los desestabilizadores, son los que mantienen al pueblo en el límite de
la miseria, los que se han impuesto en los órganos de poder, los corruptos, los
traidores a la Patria. Los tambores de guerra de Peña Nieto quiere blandirlos contra
las protestas. Pero a esas amenazas, hay que responder con la masificación de
la lucha, con su articulación en todas sus acciones, deslindarnos de los actos
falsamente radicales, apartarnos de los entreguistas que siempre aparecen y
emprender una amplísima información nacional e internacional de los porqués de
nuestras acciones
Vistas así las cosas, exigir
la renuncia de Peña Nieto no es un capricho de la oposición. Es una demanda que
nace a resultas de su incapacidad para gobernar. El país es un polvorín, la
economía del país está paralizada, los narcos están en todas las esferas del
gobierno, los jóvenes son las víctimas de las políticas depredadoras impuestas,
se han criminalizado las protestas sociales y no hay paz en el país. Lo más
grave de todo es que ha cometido un crimen de lesa humanidad asesinando a
mansalva a seis personas en Iguala y desaparecido de manera forzada a 43
estudiantes de Ayotzinapa. México es una gran fosa común donde reposan miles de
mexicanos sin nombre
La defenestración,
enjuiciamiento y castigo a los delincuentes menores aprehendidos o depuestos
por la presión de la gente, no es la respuesta que el pueblo demanda. El
planteamiento de Hugues Portelli en su obra Gramsci y el bloque histórico,
señala que “no existe sistema social donde el consenso sirva de única base de
la hegemonía, ni Estado donde un mismo grupo social pueda mantener
duraderamente su dominación a base de pura coerción” También las clases
dominantes “responden a las clases populares aceptando cierta parte de las
exigencias de abajo lo que conduce a las revoluciones pasivas”
Y aunque en México las
protestas sociales se han dado en medio de la violencia provocada por el
sistema, no vamos hoy a dilucidar si vivimos algo parecido a lo que plantean
Gramsci y Portelli. Lo que hoy urge es que aparezcan con vida los 43
estudiantes desaparecidos y que renuncie Peña Nieto y todo su gabinete. Es
tanto el hartazgo y la pudrición que vive el país, que no será fácil atajar la
victoria de este pueblo en rebeldía
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