La violencia y la impunidad, fenómeno
del oficialismo demencial
Por JESUS SOSA CASTRO
Ya estamos a casi dos años de la toma de posesión de Peña
Nieto y en el país crecen las tormentas
políticas. Para millones de mexicanos el desbarajuste y la incapacidad de los
gobiernos federal y locales, se han convertido en una avalancha incontenible. Decía
mi padre campesino, que cuando el arado se atora, la culpa es del que lo lleva en
la mano. ¡Y tenía razón! Saber sembrar es saber guiar bien el arado, roturar
bien la tierra, darle los servicios al equipo y alimentar a los bueyes. Esto es
parte fundamental para lograr buenas cosechas. Pero en los gobiernos no hay
campesinos, hay burócratas. Lo único que siembran es odio, desesperanzas y
rencores. Por eso lo que están cosechando es muerte, desolación y violencia
Tirados en los petates y a la luz de la luna, mi padre le
hablaba a sus hijos sobre la frustración que representó para los campesinos la Revolución
de 1910-17. El sin sentido de la guerra cristera y el desvanecimiento del
proyecto social de los hermanos Flores Magón, de Zapata y de Villa. Sin
embargo, no tuvo tiempo de ver lo que los hijos y nietos de la Revolución han
hecho con el poder. No le dio tiempo observar la capacidad que estos cachorros tienen
para generarle problemas al país. Sólo
vivió una parte de la irritación y el encabronamiento que desde hace décadas
padecemos
Tampoco alcanzó a ver que millones de mujeres y hombres en
México y en el mundo andamos como locos buscando a 43 hijos de campesinos, normalistas
ellos, que son los que llevan a los niños del campo el pensamiento de esa
Revolución de Zapata y de Villa. Los polkos del Estado mexicano los
desaparecieron forzadamente el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero. Esa
abyecta clase política que hoy padecemos, subestimó por 85 años el aguante del
pueblo. ¡Pero me late que eso se le acabó! Ya le perdimos el miedo a esa élite
corrupta, entreguista y asesina. Su columna vertebral está carcomida por el
pragmatismo, la ineficiencia y su anti patriotismo. En sus acciones, no hay
materia gris que cultive un razonamiento juicioso que explique las causas del hartazgo
que vive la nación
A pesar de que no es fácil dilucidar las cosas que pasan y se
reproducen como algas a lo largo y ancho de la República, una cosa es innegable.
México, es un volcán a punto de estallar. La nobleza y el aguante de nuestro
pueblo, el que trabaja y sufre las veleidades del capitalismo salvaje, están
llegando a su límite. Desde el Presidente hasta los funcionarios de los otros
poderes, son portadores de una incapacidad política, ideológica y cultural inenarrable.
La rebelión de la gente no solo es resultante de vivir la pobreza económica y
la ignominiosa exclusión de sus derechos legítimos. Su inconformidad deviene
porque los funcionarios de todos los niveles, son la expresión de un discurso
estupidizante que ofende su dignidad y su inteligencia
Si quieres ser oído y respetado, tienes que ser producto de
la legalidad y del respeto hacia la ley. Pero si tu poder no es resultado de
ésta, y además te vas contra los estudiantes y desapareces a 43 de ellos por
razones de Estado, estás sembrando en el país y en el mundo el grito justificado
de que se largue del poder Enrique Peña Nieto. Si lo hace antes del 1º de
diciembre para elegir un nuevo Presidente sería lo mejor para evitar el
incendio que viene. Su persistencia en mantenerse en el poder, está exasperando
a un pueblo que en unas cuantas semanas se ha politizado y que finalmente se ha
dado cuenta que de estos oligarcas nada podemos esperar que beneficie al país
Como nunca, la gente ha ganado en experiencia. Su
participación y sus liderazgos ligados a ella, son la mejor carta que ha puesto
en su agenda nacional. Distingue con claridad el papel que juegan los
funcionarios públicos, los partidos y los grupos de poder. Sabe quiénes apoyan
sus luchas y quiénes se han pasado al campo del oficialismo demencial. Entiende que los miles de policías federales, estatales y
municipales son cuerpos represivos que sirven al sistema y los gobiernos los utiliza
contra sus luchas. Pero la paciencia se agota. El pueblo se organiza para cobrarle
las cuentas a la oligarquía
Lo que más lastima a la gente es el crimen de Estado que se
ha cometido contra 43 jóvenes de la Escuela de Ayotzinapa. Es humillante que
haya funcionarios públicos que intentan justificarlo con sus enredos jurídicos
y con una investigación hecha con las patas. Peña Nieto, Osorio Chong y Murillo
Karam resultaron ser un fiasco como gobernantes y como responsables de la
seguridad y la justicia en el país. Su trabajo es verdaderamente patético. Sus
mastines de la derecha y de la izquierda oficial son parte de la vergüenza que
vive la nación
Mientras las fuerzas represivas anden matando estudiantes y
los funcionarios públicos criminalizando la protesta social y proponiendo leyes
represivas en lugar de abonar a la trasformación de México, no habrá paz en el
país. Si no encuentran vivos a los estudiantes desaparecidos por el estado y
atienden la compleja situación nacional, el pueblo seguirá manifestándose en la
calle porque es el espacio que le han dejado para protestar. Ya estamos hartos
de los políticos asesinos y rateros. Si queremos apostarle a la paz, atajemos con
soluciones, inmediatas y justas, el fantasma de la irritación y el hartazgo. De
lo contario, el pueblo organizado tendrá derecho a decidir lo que sigue
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