De regreso a mi casa
Por JESUS SOSA CASTRO
Cive Pérez (*) dice que un pueblo se esclaviza, se degüella
así mismo, cuando deserta de sus libertades y asume o consiente sus propias
miserias. Yo espero que el nuestro, que el pueblo mexicano, no incurra jamás en
esa insensatez. Creo que su pasado y su historia son fiel testimonio de sus
luchas libertarias que enfrentaron con éxito al imperio español, a los
conservadores clericales, a los “científicos” porfiristas y hoy va por los
antipatriotas del PRIAN y los chones del PRD
Esto viene a cuento porque hay en el ánimo de muchos, que lo
que se hace para defender el petróleo o para recuperar las libertades
democráticas que nos han arrebatado los prianistas, no tiene sentido, es muy
difícil lograrlo. Ellos, dicen, tienen el poder, las fuerzas represivas, los
medios de comunicación…. Así van justificando una a una sus ausencias en la
lucha que miles de mexicanos venimos organizando para defender nuestros
derechos y nuestros recursos. Pero el domingo, de regreso a mi casa, cuando
ríos humanos se alejaban del zócalo después de haber participado en la Asamblea
convocada por Morena para protestar contra la privatización de Pemex, me encontré
un librito que hace meses andaba buscando. Hoy les cuento algo sobre él y sobre
la resistencia que hacemos los mexicanos para impedir que nos quiten nuestro petróleo
¿Qué es la
desobediencia civil? Se pregunta Cive Pérez. Es una de esas preguntas y respuestas que pone
en blanco y negro lo que viven varios países, entre ellos México, y que tiene que
ver con la diferencia entre la legalidad
y la legitimidad. Si en México hubiera democracia, el argumento para
apegarse a la ley tendría que ver con la existencia de un gobierno aprobado por
los electores. Pero ni México es democrático ni Peña es un gobernante legítimo.
Su poder no emanó de la soberanía popular y su
ilegitimidad responde al hecho de que los electores no le dieron su
voto, lo compró. Su poder y sus leyes pueden ser legales pero son ilegítimos
Cive Pérez dice que “todo tipo de actos, voluntarios o
intencionales que tengan como fin oponerse a la violación de una ley, o a la
decisión gubernamental de imponer a la población una decisión injusta, ilegítima
o inmoral, se le puede parar al través de la desobediciencia civil, toda vez
que esta acción, responde a un mandato de la conciencia y a un imperativo ético
de la sociedad”
Si el gobierno de Peña Nieto no consulta a la gente y es
sordo ante la protesta de miles de mexicanos que hemos dicho que no estamos de
acuerdo con que se privatice el petróleo, entonces la sociedad tiene el deber
ético de proceder a la desobediencia civil pacífica y convertirla en una acción
política hasta lograr que el gobierno y el congreso den marcha atrás en sus
propósitos inmorales, ilegítimos y antiéticos. El propósito de la desobediencia
civil, no sólo tiene que ver con la recuperación de un derecho político y su
ejercicio democrático, sino en la necesidad de convertirlo en un instrumento que haga de la protesta una
expresión de fuerza y de legitimidad pública al servicio de la gente
A esta desobediencia civil pacífica está llamando Morena. Sus
actos masivos de protesta hechos en calles y en plazas ya cumplieron su
cometido. Sin renunciar a ellos, caminamos a una forma superior de lucha que es
la desobediencia civil que no se detiene al terminar la manifestación pública,
sino que va por la elaboración de leyes a favor de la sociedad y del cambio democrático.
Se trata de un mecanismo excepcional que habrá de incidir en la configuración
de la voluntad política de las masas para cambiar las políticas gubernamentales
que no responden ya a la voluntad de las mayorías de la nación
Se lucha por impedir que
impongan leyes y reglamentos que ofenden la dignidad de los ciudadanos. No podemos
admitir que el comportamiento de los políticos, inútiles y entreguistas, sigan
afectando los intereses de la mayoría de la población. Si ellos han votado las
leyes moralmente insostenibles, que respondan ante la sociedad y ante la
historia. Nosotros, la mayoría, consideramos injustas esas leyes y por eso
nuestra desobediencia civil es justa y perfectamente legítima
En la Asamblea del 1º de diciembre en el Zócalo de la ciudad
de México aprobamos hacerles un cerco al Senado y a la Cámara de Diputados
porque Peña Nieto y sus compinches, nos quieren despojar del petróleo. Tenemos
claro que las estructuras políticas en las que se asienta su poder están
anquilosadas y llenas de descrédito político, pero sus compromisos con las
transnacionales están a la vista. Por fortuna, el miedo está siendo vencido en
las protestas públicas y en las calles y plazas de México. Las últimas
movilizaciones y luchas, nos llevan a la conclusión de que a la desobediencia
civil hay que convertirla en una fuerza política de masas para echar abajo las
reformas reaccionarias y la agenda política de los gobernantes. La protesta multitudinaria que transforme al
país y convierta al pueblo en el instrumento impulsor de la transformación
nacional, pasa por este tipo de desobediencia. Si no hacemos esto, no habrá
cambio posible. Las cartas están en el aire. ¡Vamos a ver de qué lado masca la
iguana!
(*) ¿Qué es la desobediencia Civil? Cive
Pérez, escritor y periodista madrileño
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