sábado, 24 de enero de 2015

De regreso a mi casa
Por JESUS SOSA CASTRO

Cive Pérez (*) dice que un pueblo se esclaviza, se degüella así mismo, cuando deserta de sus libertades y asume o consiente sus propias miserias. Yo espero que el nuestro, que el pueblo mexicano, no incurra jamás en esa insensatez. Creo que su pasado y su historia son fiel testimonio de sus luchas libertarias que enfrentaron con éxito al imperio español, a los conservadores clericales, a los “científicos” porfiristas y hoy va por los antipatriotas del PRIAN y los chones del PRD
Esto viene a cuento porque hay en el ánimo de muchos, que lo que se hace para defender el petróleo o para recuperar las libertades democráticas que nos han arrebatado los prianistas, no tiene sentido, es muy difícil lograrlo. Ellos, dicen, tienen el poder, las fuerzas represivas, los medios de comunicación…. Así van justificando una a una sus ausencias en la lucha que miles de mexicanos venimos organizando para defender nuestros derechos y nuestros recursos. Pero el domingo, de regreso a mi casa, cuando ríos humanos se alejaban del zócalo después de haber participado en la Asamblea convocada por Morena para protestar contra la privatización de Pemex, me encontré un librito que hace meses andaba buscando. Hoy les cuento algo sobre él y sobre la resistencia que hacemos los mexicanos para impedir que nos quiten  nuestro petróleo
¿Qué es la desobediencia civil? Se pregunta Cive Pérez. Es una de esas preguntas y respuestas que pone en blanco y negro lo que viven varios países, entre ellos México, y que tiene que ver con la diferencia entre la legalidad y la legitimidad. Si en México hubiera democracia, el argumento para apegarse a la ley tendría que ver con la existencia de un gobierno aprobado por los electores. Pero ni México es democrático ni Peña es un gobernante legítimo. Su poder no emanó de la soberanía popular y su  ilegitimidad responde al hecho de que los electores no le dieron su voto, lo compró. Su poder y sus leyes pueden ser legales pero son  ilegítimos
Cive Pérez dice que “todo tipo de actos, voluntarios o intencionales que tengan como fin oponerse a la violación de una ley, o a la decisión gubernamental de imponer a la población una decisión injusta, ilegítima o inmoral, se le puede parar al través de la desobediciencia civil, toda vez que esta acción, responde a un mandato de la conciencia y a un imperativo ético de la sociedad”
Si el gobierno de Peña Nieto no consulta a la gente y es sordo ante la protesta de miles de mexicanos que hemos dicho que no estamos de acuerdo con que se privatice el petróleo, entonces la sociedad tiene el deber ético de proceder a la desobediencia civil pacífica y convertirla en una acción política hasta lograr que el gobierno y el congreso den marcha atrás en sus propósitos inmorales, ilegítimos y antiéticos. El propósito de la desobediencia civil, no sólo tiene que ver con la recuperación de un derecho político y su ejercicio democrático, sino en la necesidad de convertirlo en un  instrumento que haga de la protesta una expresión de fuerza y de legitimidad pública al servicio de la gente
A esta desobediencia civil pacífica está llamando Morena. Sus actos masivos de protesta hechos en calles y en plazas ya cumplieron su cometido. Sin renunciar a ellos, caminamos a una forma superior de lucha que es la desobediencia civil que no se detiene al terminar la manifestación pública, sino que va por la elaboración de leyes a favor de la sociedad y del cambio democrático. Se trata de un mecanismo excepcional que habrá de incidir en la configuración de la voluntad política de las masas para cambiar las políticas gubernamentales que no responden ya a la voluntad de las mayorías de la nación
 Se lucha por impedir que impongan leyes y reglamentos que ofenden la dignidad de los ciudadanos. No podemos admitir que el comportamiento de los políticos, inútiles y entreguistas, sigan afectando los intereses de la mayoría de la población. Si ellos han votado las leyes moralmente insostenibles, que respondan ante la sociedad y ante la historia. Nosotros, la mayoría, consideramos injustas esas leyes y por eso nuestra desobediencia civil es justa y perfectamente legítima
En la Asamblea del 1º de diciembre en el Zócalo de la ciudad de México aprobamos hacerles un cerco al Senado y a la Cámara de Diputados porque Peña Nieto y sus compinches, nos quieren despojar del petróleo. Tenemos claro que las estructuras políticas en las que se asienta su poder están anquilosadas y llenas de descrédito político, pero sus compromisos con las transnacionales están a la vista. Por fortuna, el miedo está siendo vencido en las protestas públicas y en las calles y plazas de México. Las últimas movilizaciones y luchas, nos llevan a la conclusión de que a la desobediencia civil hay que convertirla en una fuerza política de masas para echar abajo las reformas reaccionarias y la agenda política de los gobernantes.  La protesta multitudinaria que transforme al país y convierta al pueblo en el instrumento impulsor de la transformación nacional, pasa por este tipo de desobediencia. Si no hacemos esto, no habrá cambio posible. Las cartas están en el aire. ¡Vamos a ver de qué lado masca la iguana!
(*) ¿Qué es la desobediencia Civil? Cive Pérez, escritor y periodista madrileño

   

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