La mujer de Lot
y las estatuas de Sal
Por JESUS SOSA
CASTRO
Dice la historia que la esposa de Lot y sus hijas, se convirtieron en
estatuas de sal por no oír las indicaciones de que en Sodoma y Gomorra, no se
podía ver hacia atrás. Parece que en Morena hay muchos que no conocen esta
leyenda. Tal vez por eso no sólo ven, sino que caminan en sentido contrario a como
marcha la humanidad. Las violaciones al Estatuto y a sus disposiciones internas,
parecieran ser el pan de cada día de líderes y militantes. No quieren entender
que Morena es una suma enorme de personas que trabajan colectivamente en un proyecto
político. Deberíamos, por lo tanto, caminar en la misma dirección. Ver hacia
adelante, sin regresiones ni paranoias. Aunque a decir verdad, la “suma de
muchas voluntades no conduce, necesariamente, a la suma de mucha inteligencia” (*)[]
La construcción de este partido
no se podría explicar si no fuera porque ya era una necesidad histórica. Miles,
millones de personas, han venido esculpiendo el rostro de este instrumento
político que está por nacer. Sus estructuras, son la expresión de un esfuerzo
comunal, aunque hay quienes no entienden esto y por eso le apuestan a la
actividad individual. No comprenden que lo
colectivo es un instrumento que educa, que despliega la iniciativa y genera la
creatividad. Hay “políticos” que andan por ahí, que aseguran que este tipo de
trabajo “entretiene” hace perder el tiempo. Lo que importa, dicen, es hablar con
cada una de las personas. No saben que del individualismo se nutre el sistema
para aislar las luchas sociales, para matarlas en su impulso creador
Ojalá haya alguien que les
explique a estos “líderes” que el
trabajo colectivo desarrolla los ánimos, los afectos, el cariño y aprecio entre
compañeros. Compensa lo perdido, lo abandonado o lo debilitado y vacilante. Las
actitudes pusilánimes, las dudas y los desvaríos políticos e ideológicos,
encuentran en este tipo de trabajo su principal correctivo, compensa el desaliento y da nuevos bríos a la
actividad política y social. Los que tratamos de estar con la gente, los que
tenemos algo qué decirle, los que aprendemos de ella, no rendimos culto al pasado,
ni hacemos lo que la mujer de Lot. ¡No miramos hacia atrás para convertirnos en
estatuas de sal! Al contrario. Somos como esas aves mitológicas de las que
habla Eduardo Galeano: “Solo volteamos hacia atrás para no olvidarnos de nuestras
raíces” Trabajamos para el futuro porque queremos abrirle espacio a nuestros
sueños y a nuestras utopías. ¡Por eso somos críticos con lo que somos y con lo
que hacemos!
Según vemos, en Morena hay
algunos que han bajado la guardia. Han disminuido el aporte a la causa que, dijeron,
habían abrazado por convicción. Han abandonado su trabajo, sus compromisos y
han aflojado las amarras políticas, organizativas, afectivas y sentimentales
hacia el trabajo colectivo. Los ha vencido la cultura individual, la que no
rinde cuentas a nadie. La que no genera ni organización ni una nueva actitud
ante la vida. Se olvidaron de la importancia y el placer de construir, al lado del pueblo, una vida auténticamente humana, fraternal,
alejada de la vileza y las intrigas. Dejaron de proyectar el colectivo como un modo
de vida, como organización política, como un espacio de construcción presente
para darle fuerza a un futuro que muchos estamos diseñando al través de
nuestros actos y nuestras acciones
Entendemos que la vida
colectiva implica que todas nuestras
actividades políticas, ideológicas, organizativas, de preparación personal para
la lucha, deben estar puestas en el
conjunto del Colectivo. No se puede militar en MORENA sin envolverse de alguna
manera en su vida cotidiana, sin trasmitir e incorporar acciones, propuestas,
sugerencias, informes, recursos, nuevos militantes al conjunto del Partido Nuevo. No hay verdadera militancia si
nuestras acciones no se vinculan al conglomerado, si no se informa al grupo, si no se participa en la vida común. Hay integrantes que
dicen hacer actividades locales, regionales, pero nunca hacen llegar sus resultados
a la agrupación, no comparten sus experiencias con el resto, no nos hacen
merecedores de sus enseñanzas, de sus ideas y sus sentimientos
La participación en colectivo que algunos
proponemos es una práctica, es un modo de vida, es una cultura de militancia
revolucionaria de nuevo tipo. No compartimos la actividad centralista y
jerárquica que ha prevalecido en la izquierda tradicional. Nuestra visión es
compleja porque compleja es la vida
política. No aceptamos una propuesta reducida a una estructura de mando, sin
iniciativa y obediente a las élites. El enemigo es múltiple y complejo y por lo
tanto, no hay una sola solución sino varias soluciones a los problemas del país.
Esto implica una postura programática unificada, lineamientos políticos claros
y un funcionamiento eficiente que permita y realice su tarea transformadora.
Por eso algunos estamos en contra de una militancia controlada, que sólo recibe
órdenes. Estamos por una participación colectiva que impulse y determine las
actividades del conjunto
Para que exista organización, construcción
teórica, política y acción entre las masas, debe existir comunicación entre sus integrantes, una pluralidad constante basada
en redes de comunicación y acciones complejas, sistemáticas. Si los militantes,
desde sus formas particulares de actuar y de agruparse, no se comunican con el
conjunto de sus compañeros, no están en la sincronía que requiere el Colectivo.
No están cumpliendo con su función revolucionaria. Toni Negri ha dicho que la
lucha y la organización en red, no dependen de una disciplina tipo militar o
partidista de ordeno y mando. Se requiere una disciplina fundada en la
pertenencia efectiva y afectiva a lo que nos es común. Se requiere una
disciplina desplegada como necesidad de ejercer comunicación, de realizar con
los demás compañeros una “cooperación auto organizada” una creatividad
elemental, fundacional y constituyente de comunidad y de colectivismo. Este
trabajo tiene gran importancia, es lo
que nos hace avanzar en todos los sentidos. El que quiera hacer trabajo
individual para ganar adherentes a sus causas personales, que lo haga, pero no
es lo mejor. Somos un partido con un amplio sentido de la pluralidad y el
colectivismo y como tal hay que actuar. No se vale caminar hacia atrás ¡En el horizonte
del pasado, sólo se encuentran las estatuas de sal!
(*) El fin de la locura de Jorge
Volpi
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