Hay que cambiar las formas de cambiar
Por JESÚS SOSA CASTRO
El día nueve de julio MORENA
logró su registro como Partido Político. Un paso significativo en la
credibilidad de muchos mexicanos que dudaban de que esto fuera posible. El mérito,
corresponde a miles de ciudadanos, mujeres y hombres, que al lado de AMLO,
emprendimos una tarea harto difícil. Ahora viene lo más importante pero al
mismo tiempo lo más complicado. Ir abriendo camino para convertir a Morena en
un espejo en el que se puedan mirar, con orgullo, aquellos que a lo largo y
ancho del país, hemos venido diciendo que Morena es la esperanza de México
¡Esta frase representa un enorme
compromiso! Porque si bien es cierto que
la “Esperanza” es un concepto abstracto, intangible, que hemos abrazado
millones de mexicanos, su concreción debe materializarse en una lucha sin
cuartel contra la antidemocracia, las corruptelas y el arribismo. La presencia
de otros males como la
incondicionalidad, el atraso político, la abyección, la banalidad y el seguidismo
acrítico, deben desaparecer del cuadro básico de los valores de Morena. Quien
crea que su registro es por sí mismo la solución de los viejos anhelos del
pueblo por liberarse de las mafias del poder, no va a caminar mucho para
desengañarse de que no es tan así
Si hemos de creer en nuestras
palabras de que queremos transformar realmente el país, tenemos que empezar por
identificar claramente al enemigo contra el cual estamos luchando. A la vista, Peña
Nieto, Mancera, los gobernadores, el Parlamento y las demás instancias de
gobierno, no son más que los títeres de un poder oculto, rapaz, oscurantista y
antinacional. Los que realmente gobiernan México, son cuarenta familias
siniestras, cuatrocientos veinte grupos empresariales, las grandes transnacionales,
el FMI y al Banco mundial. Estos son los poderes que tienen apergollada a la
plantilla de títeres que dicen gobernar el país
Desde hace más de cuatro décadas
se empezó a develar el carácter perverso del capitalismo salvaje. Sus acciones
lo llevaron y lo llevan a la explotación, alienación y al detrimento del poder
social. De entonces a la fecha, la sociedad civil ha empeñado sus esfuerzos
para librar batallas para hacer una sociedad más justa y democrática. Sin
embargo, este intento de construir el poder civil de suyo grandioso, ha sido
devastado sin ningún miramiento por parte de los poderes fácticos que
padecemos. Sus luchas reivindicativas sectoriales han sido aplastadas y hoy hay
un repliegue que dificulta poner las fuerzas populares en movimiento. Las denuncias
que se hacen sobre las implicaciones de las políticas públicas de los oligarcas,
no han producido los efectos movilizadores que necesita la sociedad
Por eso creo que hay que cambiar
las formas de cambiar. La fuerza que atisbe la urgencia de modificar las formas
y el fondo de las luchas que vienen, podrá convertirse en la fuerza que
conduzca el proceso revolucionario de transformación. Esta fuerza debe imprimirle
a las luchas sociales, un carácter revolucionario, sacarlas de la simple
denuncia, articularlas a nivel nacional y convertir sus acciones en una
alternativa que acabe con las políticas
rapaces y antipatrióticas de las mafias del poder. Tenemos que sacarlas del
inmediatismo y del aislamiento, para unificar sus esfuerzos en proyectos sociales de dimensión nacional.
Verlas como generadoras de las revueltas sociales y coronarlas con una
participación masiva al través de la participación electoral
El mayor riesgo que hoy enfrenta
Morena, no está solo en toparse con una sociedad replegada, descreída y siempre
golpeada. De mil novecientos ochenta y dos a la fecha ha sufrido la imposición
de tres gobernantes mafiosos. No sería justo que en el dos mil dieciocho se
volviera a repetir este hecho lamentable por no tomar desde ya las medidas que
lo prevengan y lo impidan. Es verdad que ya se cuenta con un Proyecto
Alternativo de Nación. Pero esto no es suficiente, se tienen que preparar y
organizar a las fuerzas para que llegado el momento, tengan la capacidad de
defender sus triunfos. Localizar el epicentro de la conflictividad social y
hacer que las resistencias populares se articulen, sean combativas para avanzar
consistentemente en la lucha por la transformación del país
Es verdad que la irritación
social está presente en toda la geografía nacional. Lo que no es verdad, es que
en todas partes haya la misma disposición para la lucha transformadora por la
que trabajamos. En la zona Centro Sur de nuestra República, se registran
huellas profundas de los pueblos que luchan. En el Centro Sur, todas estas
luchas están sustentadas en proyectos programáticos, con idearios llenos de
solidaridad, combativos y revolucionarios. Desde luego, esto no implica que
allí sea donde se dé el desenlace final de las luchas populares, pero pueden
ser el detonante, el inicio de los grandes movimientos populares. El cierre de
todas las luchas de pueblos, regiones o zonas, puede desembocar en una
participación masiva al través de la confrontación político-electoral. Aquí
puede estar la fuerza y el triunfo de Morena
Por eso el estudio geopolítico de
nuestra lucha tiene tanta importancia estratégica. Ya no se vale andar en todas
partes y en ninguna. Las improvisaciones no caben en Morena. Si tenemos que
cambiar las formas de cambiar, avanzar para asegurar el éxito de nuestros
triunfos futuros y lograr la
transformación que buscamos, tenemos que empezar por detectar el estado de
ánimo de los trabajadores y el pueblo, participar en su organización,
informarlo de lo que está pasando con las políticas públicas de las mafias del
poder y articular sus demandas y luchas. No hacerlo, es seguir perdiéndonos en
esfuerzos y en discusiones que no nos llevan a ninguna parte, mientras el
adversario sigue avanzando impunemente en el quebrantamiento de la política y la
moral del pueblo mexicano. ¡Y esto, ya no estamos para seguirlo aguantando!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario