La incapacidad gubernamental, un
problema de clase
Por JESÚS SOSA CASTRO
En la mayoría de los sectores del país, prevalece la idea de
que el gobierno de Enrique Peña Nieto es
un gobierno ineficaz, que no ha sabido resolver los problemas que aquejan a la
nación y que todo cuanto hace y dice, reflejan las equivocaciones y los intereses
de aquellos que lo llevaron a la presidencia de la república. Yo mismo he dicho
y escrito bastante sobre ello. ¿Será verdad que tenemos un gobierno de
estúpidos, de incompetentes y buenos para nada? ¿O los llamamos y los
calificamos así porque no sirven a los intereses del pueblo sino a los intereses
de los mafiosos, de los oligarcas?
Mucho se ha dicho y escrito sobre las reformas estructurales,
sobre el desempleo, sobre la privatización de la educación, del IMSSS, del
ISSSTE, del agua. De la violencia, sobre los crímenes de Estado, la represión,
la inseguridad y las desapariciones forzadas. La izquierda, los trabajadores y
amplios sectores del pueblo, hemos salido a las calles para exigir una
reorientación de las políticas públicas que mucho le están costando a la
sociedad. Hacer este tipo de manifestaciones es una forma de exigir que los
gobernantes cumplan con lo que ofrecieron en campaña y lo que hicieron al jurar
la Constitución
Pero tal como están las cosas, creo que ya es tiempo de hacer
otro tipo de reflexiones: ¿Los gobiernos de la oligarquía, los que han sido
llevados al poder utilizando los recursos del dinero, la pobreza, las
presiones, los aparatos represivos; están en condiciones de atender los
problemas que tienen los ciudadanos? Hemos dicho que los asuntos que tienen que
ver con la ingobernabilidad del país no los resuelven porque son incompetentes,
porque no tienen experiencia, porque son malos gobernantes. Pero… ¿es esto
realmente verdad? ¿No será que su trabajo y sus políticas públicas están hechos
justamente para resolver los problemas de las fuerzas que los impulsaron, que
los formaron y lo que hacen está respondiendo a esos intereses de clase que
ellos representan?
Hay quien cree que hay expectativas de que van a resolver los
asuntos de la gente, de los pobres. Pero éstas no son ni motivo ni preocupación
real de esos gobiernos. La gente es apenas la carne de cañón, la parte
utilitaria que sirve para justificar los procesos electivos, para hablar en su
nombre, para acreditar sus latrocinios, la corrupción, la entrega del país, sus
riquezas y su anti patriotismo. Estos gobiernos y esta clase social, no van a
ser los que logren la emancipación de los pobres ni los que le proporcionen la
justicia que andan buscando
La formación y su espíritu de clase no les permiten ver por los
ciudadanos. Su razón de ser y de existir es el dinero, el poder. Son
antipatriotas por naturaleza. Se han uncido a la globalización, a las transnacionales,
porque en ellas está el concentrado de las políticas que rapiñan las riquezas
de las naciones. Allí se han trazado los mapas que acaban con las fronteras
nacionales para ir en pos de la ganancia ilegítima donde quiera que ésta se
encuentre. La clase que gobierna nuestro país, es una clase antinacional,
antipatriótica que defenderá sus intereses económicos, políticos y una cultura
rapaz, vulgar y violentamente antisocial
¿Puede la burguesía y sus oligarcas, permitir y abrir los
espacios necesarios para el ejercicio pleno de las libertades y las normas que
tienen que ver con todos los derechos humanos? ¡Desde luego que no! Por eso
entre más crece la demanda social por la ampliación de las libertades públicas
y contra la violación creciente y sistemática de los derechos humanos, el
gobierno federal reacciona acortando los espacios de libertad, cerrando los
canales de la interlocución, incrementando la presencia de las fuerzas
represivas, criminalizando la protesta pública y ejerciendo una guerra no
declarada contra el pueblo mexicano
Con todo esto por delante, la burguesía no tiene ningún
interés por lograr una emancipación cultural. Un pueblo culto, educado e
informado, es un pueblo difícil de manipular y de hacerlo parte de un proyecto
depredador en la más amplia acepción de la palabra. Peña Nieto lo ha entendido así
y actúa en consecuencia. Sabe que la educación y la cultura del pueblo son el
antídoto más eficaz contra las políticas rapaces y entreguistas que se están
aplicando. Por eso la embestida contra la educación laica
y gratuita, contra el artículo 3º Constitucional y contra los maestros
Es al través de estas actitudes donde se expresa la parte más
reaccionaria de las políticas de este gobierno. Quieren convertir la educación
en una mercancía y venderla en el mercado para seguir haciendo dinero. ¡Ese es
su verdadero interés! Nunca les ha interesado la emancipación cultural, económica
y social de los mexicanos. Es en esa virtud que no esperamos nada de la
oligarquía. Es nuestra enemiga de clase y sus intereses no son nuestros
intereses. Ir contra ella es ir con el pueblo, con todas las organizaciones que
luchan, juntos en unidad de acción y con un proyecto político en el que se
contengan los grandes intereses de la nación. Menospreciar esta necesidad es
abrirle paso al continuismo gubernamental, a sus políticas antipopulares a la
represión y al oscurantismo. La ofensiva contra los intereses del pueblo ya ha
comenzado. ¡Urge despertar!
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